Snowflakes and Memories (Severitus)

Copos de nieve y recuerdos

Era Nochebuena y Londres estaba lleno del espíritu navideño. Una fina capa de nieve se había arremolinado desde algún lugar del norte y cubría todas las farolas, árboles y aceras con una celosía blanca de encaje de un deslumbrante blanco plateado. El tintineo de las campanas se podía escuchar a través del aire y el eco de la risa de los niños se elevaba mientras los niños emocionados corrían por la nieve, lanzando bolas de nieve, haciendo ángeles de nieve y susurrándose entre ellos sobre sus esperanzas para la mañana de Navidad. Los villancicos iban de calle en calle cantando a capela y deseando a todos los que los escuchaban una muy buena y feliz Navidad.

Severus Snape había aceptado recientemente el puesto de Maestro de Pociones en la Escuela Hogwarts y actualmente estaba disfrutando de una taza de ponche de huevo con un poco de brandy frente a su fuego. Llevaba una túnica de suave terciopelo negro con ribete verde y un par de pantalones negros y un suéter blanco de punto trenzado. Podía oír las voces de los villancicos calle abajo y el suave crujido de pequeños pies con botas deslizándose y trepando por la nieve. Su pequeña casa en Spinners End estaba cubierta por la nieve, y la única señal de que alguien vivía allí era el suave resplandor de las luces en la ventana y una pequeña corona de hojas perennes en la puerta.

En el interior, Severus tenía un pequeño árbol, decorado con buen gusto con cuentas verdes y plateadas, y adornos que su madre había guardado a lo largo de los años desde la infancia de Sev. Había encontrado la caja en la buhardilla y pasó una hora poniéndolas en el pequeño árbol de hoja perenne, sonriendo un poco al recordar las Navidades pasadas. Dios sabía que él no había tenido la mejor infancia, pero Eileen siempre había hecho todo lo posible para que la Navidad fuera especial para su hijo, incluso si apenas tenían dinero para gastar en regalos. Siempre habían recibido una canasta de comida navideña de la iglesia, así que al menos tuvieron una cena de Navidad decente. Por supuesto, Severus no había sabido que su cena había venido de la caridad hasta que fue mayor, cuando era un niño había asumido que su madre lo había hecho.

Ahora era solo él, porque su madre había fallecido cuando él todavía estaba en Hogwarts y su padre también se había ido, no es que extrañara demasiado al desgraciado bastardo. Tobias había hecho que la temporada navideña fuera memorable al emborracharse y ser más desagradable de lo que solía, y su hijo solía rezar para que se sintiera bien y bebido a la hora de la cena, para que se desmayara y los dejara en paz. Tobias solía obedecer.

Severus estiró sus largas piernas hacia el fuego que ardía suavemente, levantando la cabeza y mirando por la ventana que daba a la calle. Los copos de nieve flotaban lentamente en el aire y él los miraba distraídamente, recordando un tiempo atrás, cuando él y Lily tenían ocho años y corrieron afuera para celebrar la primera nevada de la temporada.

* * * * * *

"¡Sev! ¡Mira todos los copos de nieve!" Lily lloró, girando y sacando la lengua para atraparlos. Su cabello rojo dorado brillaba en el paisaje blanco invernal como un faro de fuego. La nieve caía sobre su cabello y su abrigo rojo acolchado. Sus ojos verdes brillaron con picardía.

Severus la miró, aplaudiendo y sonriendo tranquilamente a su mejor amigo, a quien le encantaba la nieve y nunca pudo resistirse a correr en ella. Llevaba un abrigo viejo de su padre, cortado a su medida y un par de guantes de color azul suave, que fueron un regalo de la madre de Lily, Daisy.

"¡Vamos, Sev! ¡Intenta probar los copos de nieve!" Lily llamó.

Severus se encogió de hombros y sacó la lengua, e inmediatamente sintió el frío cosquilleo de un copo de nieve sobre ella.

"Mmm. Sabe a... ¡agua congelada!" Lily resopló exasperada.

"¡Sev! Puedes fingir algo mejor que eso." Probó otro copo de nieve. "¡Sabe a helado de fresa!" Sev alzó la cara y permitió que la nieve fría cayera sobre su lengua.