Un poco de cariño no hace daño

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A ninguno de los dos nos había ido bien en el amor, más que nada porque nunca nos habíamos atrevido a hablarle a las personas que nos gustaban. A él le fue muy mal con Sara, y creo que ni siquiera llegaron a darse un beso en los días que fueron novios. Pedro me daba muchísima ternura, especialmente verlo en mis brazos tan confundido así que decidí soltarlo.

-Tranquilo, creeme que no hay nada que puedas hacer para que yo me enamore o confunda, pero eres mi amigo y tienes que relajarte.

Pedro evitaba la mirada, pero llevaba una sonrisa incontrolable. Finalmente me agradeció.

-Gracias, de verdad, a veces solo te falta un abrazo para que se te reinicie la vida

Sabía que su experiencia con Sara y todo el estrés de las clases lo habían dejado mal, así que no le di importancia. Al final de cuentas el abrazo también me había servido a mi. La película continuaba reproduciéndose pero Pedro habló.

-¿Puedo pedirte un favor...?

-Claro - le respondí

-¿Me puedes abrazar otra vez?

No le respondí, pero no sentí que hubiera ningún problema, así que en esta ocasión me levanté, me acerqué un poco más y le di un abrazo, dejando que mi cabeza se reposara en su pecho, para poder escuchar cómo latía su corazón. Me quedé ahí por un momento y mientras tanto platicamos un poco.

-Gracias por el abrazo, de verdad que lo necesitaba.

-Creo que yo también -le respondí con sinceridad

-Muchas veces solo quieres recibir un poco de afecto o dar afecto, pero no hay con quién compartir todo eso. -dijo Pedro- Ni siquiera cuando Sara fue mi novia por unos días, pude compartir algo así.

-¿Nunca la abrazaste?

-Por alguna razón nunca nos abrazamos.

Dejamos de hablar, continuamos abrazados y veíamos la película, que por momentos se ponía tenebrosa. Podía sentir por instantes que Pedro me abrazaba más fuerte y que también lo hacía, pero todo se volvió extraño cuando de la nada, uno de sus dedos comenzó suavemente a recorrer mi hombro.

Sentí un cosquilleo que podía soportarse sin problemas y tampoco me pareció fuera de lugar ni ofensivo, así que seguí viendo la película, hasta que sin darme cuenta, el movimiento de su dedo se había transformado en su mano acariciándome el brazo. Mi piel se erizó, como producto del tacto natural y creo que Pedro lo notó, que de inmediato detuvo el movimiento. Algo raro pasaba en mí, porque después de unos segundos, llevé mi mano al pecho de Pedro y también le hice algunas pequeñas caricias, pues creo se lo merecía, siempre había sido un buen chico, un buen amigo.

Al sentir mi mano, Pedro continuó tocándome el brazo, y de vez en cuando sentí que su palma rozaba mi cintura. Sentí cosquillas, pero las aguanté, mi mente quedó en blanco, solo podía sentir esa mano en mí. Por algunos momentos no podía poner atención a la película, sobre todo cuando me di cuenta que su mano estaba rozando una de mis piernas. Mi respiración comenzó a agitarse, no sabía por qué, pero una sensación recorrió mi cuerpo, erizando de nuevo cada uno de mis poros.

Perdí por completo el sentido de la película cuando me di cuenta que algo más rozaba cadera y era totalmente indiscutible, Pedro había tenido una erección y podía sentirla. Me da mucha vergüenza admitirlo, pero de inmediato, entre las piernas comencé a sentir un cosquilleo y humedad, y lo único que pude hacer es pegarme un poco más a él, la sensación me volvía loca, sabía que la situación debía detenerse ya.

Mi mejor amigo PedroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora