Besitos íntimos

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Mientras ambos nos tocábamos sentí como todo mi cuerpo se estremecía. Jamás había estado así con un chico. Apenas había descubierto las mieles de mi cuerpo poco tiempo atrás cuando me acariciaba y por accidente terminé masturbándome, pero esto era muy diferente, pues el deseo continuaba subiendo y no sabía hasta dónde podía terminar.

Después de unos instantes Pedro se separó un poco de mi y me recostó en la cama, para besarme la boca, continuar besándome los senos y para seguir besándome el abdomen.

Yo sabía lo que pasaría después, y estaba algo apenada, pero antes de que pudiera siquiera pensarlo, mi mejor amigo estaba besando mi zona íntima y pude sentir como sus manos acariciaban sin piedad mis piernas, mientras la humedad de su lengua llegaba a mi zona, acariciaba mi clítoris, dejándome las piernas heladas y finalmente se hundía en mi vagina. Sus besos no se limitaban a mi vagina, sino que llegaban a mi trasero, a mis piernas y a prácticamente todas partes. Mientras comía de mí, yo acariciaba su cabello y lo hacía pegarse más y más hacia mí. Me llené de vergüenza, porque de mi boca salió un pequeño gemido, pero llegó el punto que no pude evitarlo.

No podía evitarlo, mis caderas se movían, yo podía sentir su cabello y me volví loca, quería todo con ese chico, podía sentir sus labios en mi intimidad, estaba muy excitada, muy caliente, mi corazón se salía. La excitación avanzaba más y más y parecía que Pedro no estaría satisfecho aún, pues continuó comiéndome hasta que en cierto punto, sentí que flotaba por el aire y dejé de sentir mis piernas, para entonces llegar al punto máximo de placer. Sentí como mi vagina se contrae en el rostro de Pedro, una y otra vez, una sensibilidad increíble, difícil de soportar, solté un pequeño grito ahogado, dándome un delicioso y placentero orgasmo, de varios segundos, que me dejó totalmente tendida en la cama.

Perdí la noción del tiempo, mi respiración se agitaba, miré hacia abajo y noté como Pedro me quitaba mi ropa poco a poco por completo, mi piel desnuda me pareció demasiado sensual, perdí la noción del tiempo y de pronto Pedro estaba encima de mí, besándome la boca y cada vez más agitado. Enseguida besaba mi cuello y me hacía sentirme de nuevo super excitada y erizada. Aún no llegaba a mis senos y ya estaban erizados, pude sentir su cuerpo sobre el mío y de pronto, su delicioso pene estaba rozando mi Zona Íntima, una sensación indescriptible.

Sabía lo que venía y sentí algo de miedo, pues jamás había pasado, pero también sabía que el momento había llegado. Pedro acercó su pene hacia la entrada de mi vagina y muy despacio comenzó a introducirlo, no entraba, Pero se hizo para atrás y siguió intentándolo, sentí algo extraño, un dolorcito que me recorría, pero en medio segundo un placer que quería que entrara más, por tanto presioné hacia él y pude ver su rostro muerto de placer mientras poco a poco lograba dejarse ir hacia dentro.

Sentí a Pedro dentro de mí, su piel en mi piel, en lo más íntimo de mi cuerpo, penetrando hasta el fondo, hasta mis paredes y noté claramente como su rostro se destrozaba de placer. Me excitaba sentirme tan deseada y pronto ambos nos movíamos uno en contra del otro, pero enseguida el dolor fue puro placer y solo quería ser más y más penetrada.

Su cuerpo embestía el mío, acariciaba mis senos, mis piernas, me besaba, me comía más los senos y yo lo tomaba de la espalda y sin poder controlarme, lo tomé de las nalgas y empujé hacia mi. Estaba comenzando a gemir, aunque tratara de evitarlo, solo quería que continuara dándome más y más fuerte.

Mi mejor amigo PedroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora