Un zorro salvaje

4.7K 589 376
                                    

Liyue, capital de los Contratos.

Dos días habían pasado desde lo último ocurrido en Monstand.
El Arconte Geo ya se encontraba en su ciudad, viajó muy temprano en la mañana después de aquella fiesta. Le costó mucho despedirse de Venti, pero al menos se llevó muy buenos recuerdos de su estadía en la Ciudad.

Pero lo raro es que al llegar a casa la encontró vacía, Childe no estaba allí y no había dejado ninguna nota avisándole que saldría. Lo esperó dos días y no había rastro de él, sus cosas seguían en la casa, así que no pudo haberlo abandonado.

Sentía una angustia muy grande en su pecho, sus sentimientos seguían muy confusos luego de lo ocurrido con Kaeya.
Estaba muy inquieto, se había recorrido la casa entera 4 veces sin darse cuenta, si seguía así quedaría loco.

Pasado el almuerzo decidió ir con Madam Pig para ver si la sabia anciana lo podía aconsejar.
¿Alguien aconsejar a Zhongli? ¿El más sabio de todo Liyue? Parecía de locos, pero la realidad era que con los sentimientos humanos el era el más inexperto.

– Ya veo...¿Y como te sientes tú con respecto a ese joven?– La abuela escuchó atentamente el relato de lo ocurrido en Monstand.

Zhongli no paraba de enredar su dedo en su larga coleta, signos de nerviosismo.

– Pues nosé. Es raro...aquello me gustó mucho pero en vez de Kaeya imaginé que era Childe quien lo estaba haciendo y... Nosé por qué hice eso.  Él es único que logra sacarme de mis casillas. Es muy tonto, ¿Cómo se le ocurre irse sin siquiera dejarme una nota para poder darme tranquilidad?. Es decir, siempre desaparece sin más pero esta vez fue por mucho tiempo. Pensar en él hace que mí estómago de mil vueltas, soy feliz cerca suyo pero también me pone triste sus actitudes aveces.

Zhongli estaba histérico, Madam Pig jamás en todos los años que estuvo con él lo vió así. Por lo general era un tipo con la cabeza bien centrada y actitud calmada, pero parecía totalmente otra persona esta vez.

— ¿Acaso olvidaste ya quien es? –Le dio un sorbo a su té. – Estás tratando de domar a un zorro salvaje, Morax. Él solo es tu amigo, no tiene por qué darte explicaciones de dónde va o con quien, recuerda que así de libre lo encontraste tú.

Pero el problema era mucho más profundo que aquello.

– Me parece a mí que aquí está pasando otra cosa–Madam lo miró fijamente con una expresión bastante sería.

– ¿Qué? ¿Algo más aparte de todo este problema? Tengo mucho ya– Se sirvió otra taza de té para poder calmarse y le dió un largo sorbo.

– Esos síntomas que dices tú los conozco bien. En mí larga vida vi a muchas personas pasar por la mismo... Todo indica que él te gusta.

Empezó a toser, atragantado por aquel té. O mejor dicho por la noticia.

¡¿Childe gustarle?! ¡¿Un humano gustarle a Rex Lápiz?!

– P-pero eso es...¡Imposible! ¿Como un humano le gustaría a un Dios? No, debe haber una equivocación. – Y vaya que estaba histérico.

– Ya no eres un Dios querido. Los sentimientos cada vez se apoderan más de ti, empiezas a comportarte diferente que antes. –Le dio una servilleta para que se limpiara– Con el pasar de los días te darás cuenta que tengo razón, nadie puede engañar al corazón.

Sabía que se estaba metiendo en grandes problemas sentimentales.

Luego de esa plática se quedó un rato más con ella y volvió a casa.
Se tiró en la cama en donde ambos durmieron juntos antes de su viaje a Monstand, aún conservaba el aroma del Fatui. Sus ojos se fueron cerrando lentamente, quedándose dormido con la horrible angustia en su pecho.

Las horas pasaron y la noche ya estaba ahí.
La puerta del departamento se abrió, dejando ver a un cansado Childe llegar a casa luego de un largo viaje.
Todo estaba extrañamente silencioso, las luces estaban todas apagadas y no veía nada. Encendió la de la sala y estaba vacía.

– ¿Habrá salido? – Se preguntó el ojiazul.

Luego fue para la habitación oscura y se lanzó a la cama. Estaba demasiado agotado como para ponerse la pijama, así que decidió directamente echarse un ratito a dormir.
Pero cayó sobre algo abultado, que gritó del susto al ser despertado tan bruscamente.

–¿Qué carajos? – Tanteó con la mano y encendió la lámpara que estaba al lado de la cama encontrándose muy cerca de aquellos ojos, ese hermoso color ámbar que no había salido de su mente en estos días causándole una gran tristeza.

Zhongli sintió como si el alma le volviera al cuerpo. Al ver a Childe ahí un alivio enorme lo invandio, haciendo que suelte un gran suspiro y una sonrisa se dibuje automáticamente en su cara.

– Bienvenido a Casa – Ninguno se movió. Odiaban admitirlo pero se habían extrañado demasiado.

Childe no respondió. Solo ocultó su rostro en el cuello de su amigo y lo abrazó.

Tenía un mar de sentimientos dentro de sí. Por un lado estaba muy enojado con Zhongli por lo ocurrido con Kaeya, pero también debía admitir que el sentimiento de afecto hacia él era más fuerte.

¿Que debía hacer? ¿Debería reprocharle? ¿Tenía derecho a enojarse siendo solo su amigo? Y lo más importante, ¿Qué pensaría Zhongli la enterarse de que él mandó a alguien que lo vigilara?

– ¿Estás bien? – Morax se preocupó un poco, nunca había visto a su amigo así.

El Fatui tenía demasiadas cosas en que pensar, pero estaba sin una gota de energía tanto física como mental.
Se había pasado todo el viaje pensando en porqué se puso tan triste con la noticia, ¿Acaso estaba celoso?
Eso era bastante evidente, pero ¿porque tendría celos de su amigo?, no tenía sentido.
Estaba tan irritado que era capaz de ir a Monstand y arrancarle la cabeza a ese tipo, tal vez era un idiota que se aprovechó de él.
Si de algo estaba seguro es que le daría una buena paliza.

– Solo quédate ahí y déjame dormir, estoy cansado – Eso y que tampoco quería enfrentar a el pelinegro, al menos hasta saber que hacer.

El contrario llevó su mano al suave cabello de Childe, acariciándolo lentamente. Sabía que eso le relajaba.

Él era feliz. Estar los dos abrazados en silencio, luego de haberse extrañado tanto le producía una satisfacción enorme.
Su corazón latía muy fuerte, recordando las palabras de Madam Pig.

"No puedes engañar al corazón, Zhongli"

Y una vez más aquella anciana tenía razón.
¿Llegará el día en que él tome agallas para enfrentar esos sentimientos? ¿Que debería hacer ahora que sabía que su amigo le gustaba?

El Arconte no quería que nada cambiase, tenía miedo de que no fuera correspondido. ¿Si él llegara a decirle a Childe que le gusta, él lo odiaría?

Esas preguntas y miles más no lo dejaron dormir nada, tampoco es como si tuviera sueño luego de dormir todo el día.
Disfrutó la larga noche abrazando al "zorro salvaje", que ya se encontraba dormido entre sus brazos.

[Childe x Zhongli] Bajo el cielo de TeyvatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora