Capítulo 3 -Una vida feliz-

4 0 0
                                    

Despierto todas las mañanas a las 6:50 am, me anexo poco a poco a la mañana, estiro mi cuerpo, respiro y doy los primeros pasos del día de camino al baño, lavo mi cara, cepillo mi cabello, y lavo mis dientes, todo forma parte de una pequeña rutina para estar fresca al despertar, al terminar, tiendo mi cama y arreglo un poco mi habitación, una vez fresca, en orden y en paz comienzo mi día.

Usualmente me visto para ir a la escuela, dado que es sábado hoy solo tengo que ir a comprar los ingredientes del desayuno, unos huevos con tocino y algo de lechuga, espinacas y tomate para volverlo en un platillo mas balanceado, salgo de la casa y paso por el taller de papá, (en realidad es nuestro estacionamiento y parte de la calle), saludo a todos ahí antes de salir, la gente siempre me ha parecido bella y fascinante, incluso al llegar a la tienda converso con las personas, digo buenos días en la calle y me tomo unos segundos para contemplar el cielo y el calor del sol en mi piel.

Preparo el desayuno, se lo llevo a mi padre y como con mi madre, ella usualmente esta en conferencias, aún así, el calor de su presencia me reconforta, es una presencia tan suave y humana que calma toda mi espíritu, a veces hablo con ella, le encanta hablar de sus conferencias de psicología y de las veces que ha salido del país con la menor cantidad de dinero posible, es gracioso y nostálgico, parece que vive una y otra vez todas sus aventuras, le hubiera encantado viajar más veces junto conmigo y mi padre, sin embargo, enfermó del corazón, debemos cuidarla mucho, ella lo detesta, a pesar de eso, nos deja cuidar de ella, cuando hablamos del tema puedo ver como sus ojos se humedecen, cierra los puños con fuerza y trata de cambiar de tema tan rápido como sea posible, yo la amo, me ha criado bien, bueno eso es lo que todos me dicen.

Al terminar de desayunar recojo los platos y limpio la mesa, lavo los trates que quedan y verifico que mí madre tome sus pastillas, apenas lo hace voy enseguida a cambiarme a mi ropa de trabajo, voy con mi padre a ayudarle con el taller, empecé con cosas básicas, como lavar los autos y aspirarlos, ahora puedo cambiar los filtros de aire, hacer los cambios de aceite y hasta cambiar las bujías del auto (siempre con ayuda de alguien, por supuesto), mi padre es la persona más alegre que jamás haya visto, no es alguien que siempre este sonriendo o brincado, sino que son sus ojos, son los ojos más alegres y llenos de vida que pudiera imaginar, un color negro oscuro de esperanza, de buenos comentarios y de fuertes abrazos, el dice que desde niño quiso ser un mecánico, le encantan los autos, no los corre y a veces ni siquiera conduce mucho, pero le encanta verlos, en una carrera o en una exhibición, es tan fanático que incluso yo me he convertido en fan de los autos.

Ellos me aman, de una manera completamente diferente cada uno, lo sé porque mi padre me abraza cada vez que se lo pido, sin ninguna queja, siempre me da un dato interesante acerca de la vida cuando me abraza, mi favorito es el que me dijo una fría mañana de invierno, "los abrazos están hechos para que los corazones de las personas se junten", a diferencia de él mi madre es más práctica, siempre recuerda lo que me gusta y lo que no, sabe que regalarme en cada cumpleaños, aunque no siempre me guste, sabe que es lo mejor para mí, ella y mi padre dicen que soy como un colibrí, principalmente porque aprendo de los demás y lo comparto con todos, dicen que incluso los sentimientos pueden ser compartidos, y que los míos son como una hermosa flor que florece una y otra vez dentro de mí.

Eso me hace muy feliz, no necesito mucho, solo necesito la fuerza para seguir adelante, cuidando unos de los otros.

DARIERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora