◤Sonrisas◢

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El sol resplandecía con fervor, iluminando todo lo que se encontraba bajo su merced.

Rayos luminiscentes se colaron sin pudor alguno por la ventana de aquel joven, haciendo que éste poco a poco abriera sus ojos de forma lenta y agotada, dejando ver así sus iris rubíes; de un rojo tan magnífico, tan embriagante que sería un descaro no verlos.

El joven parpadeó un par de veces, intentando acostumbrarse a la luz que emanaba del exterior hacia la penumbra que era su habitación, llenándola de un brillo especial, solo para él, solo para que sonriera. Efectivamente, el universo logró su cometido, el muchacho se sentó perezosamente en su cama y esbozó una leve sonrisa junto a un sonoro bostezo, como hacía siempre que se despertaba, sonreía, porque sabía quién vendría en unos minutos a darle los buenos días, saltando por la alcoba mientras canturreaba la canción más bella que se le ocurriera en ese momento.

El sonido de la puerta se hizo escuchar en la ya iluminada habitación, dejando ver a un chico de diecisiete años que reía mientras se acercaba a paso acelerado a la cama del recién despertado para empezar con su sesión mañanera para darle los buenos días.

—¡Ey, despertaste! —dijo eufórico el muchacho, lanzándose a los brazos del mayor para abrazarlo con felicidad.

—Sí, me acabo de levantar, nerd. Veo que despertaste bien. —besó la cíen del menor para luego empujarlo a la cama rudamente y levantarse con destino al baño, donde un leve rojizo tiñó con efusividad sus pómulos al analizar su propia acción y la del contrario.

—Desperté perfecto, ¡vi un pomerania rubio por mi ventana! Kacchan, parecía que era lindo y cascarrabias igual que tú. —soltó con una carcajada. La comisura del labio del mayor se elevó demostrando su gusto al escuchar tal sonido melodioso proveniente de su enamorado secreto, sin embargo, la vena en su frente dictaba todo lo contrario.

—¡Maldito Deku! ¡No me compares con un perro sarnoso!

Aquel menor (por apenas un año) llevaba por nombre: Izuku, sus cabellos jade eran rizados y esponjosos, poseía ojos igual de verdes, semejantes a un bosque en su apogeo, brillantes y fascinantes, sin una pizca de maldad en ellos, repletos de una inocencia no muy propia para alguien de su edad. Suaves y voluminosas mejillas que se encontraban adornadas por ónix pretendiendo ser pecas, esparcidas casi meticulosamente en sus mofletes.

La luz de su vida.

La que le otorgaba sentido.

La plena razón de su existir.

Su amigo desde que tiene memoria, su amor de infancia y adolescencia, el resplandecer que hacía menos tenebrosa su oscuridad.

—¿Katsuki, estás despierto? —entró a la habitación una mujer esbelta y bien dotada, de hebras azabaches comparables con carbones, con una mirada azúl zafiro que podría apaciguar hasta la más horrendas de las catástrofes.

—Estoy despierto, vieja.

Repetía la misma rutina desde hace ya cinco años. Cinco años en los que se despertaba al primer rastro del día gracias a su amigo de la infancia, cinco años en los que su pasado fue borrado por las arenas del olvido, cinco años viviendo con esa pareja que se encargó de brindarle todas las comodidades.

—¡No me digas vieja! —regañó la mujer— Traje tus vitaminas para las alergias, tómalas y baja a desayunar. —ah, claro, y casi seis años tomando esas vitaminas. Una pastillas diarias fue como comenzó el primer año, después fueron dos y ahora, que ha cambiado de receta, son cuatro. Cuatro veces al día tenía que tomar una de esas pastillas de sabor amargo y desagradable, le habían aumentado la dosis desde la última vez que fue al médico, dijeron que sus problemas de alergias habían empeorado, sin embargo, él nunca había experimentado uno de esos ataques por los cuales eran reconocidas las alergias, en los escasos años en los cuales logra abarcar su memoria nunca se presentaron.

◤Sonrisas◢ [BakuDeku/DekuBaku] #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora