Había una vez una niña...
-No todo lo que es oro brilla, preciosa - Me acarició el rostro, suave, lento, tan dulce que creí morir allí, en sus brazos; que me inmolara, que me matara, que la vida no importaba nada si no era él quien me miraba con tanto amor. - Igual que tú, todo lo bonito se pudre. Tan desastre, tan puta... Y me mató. -Bueno...