Las crónicas de Caperucita Roja
Todo cambió, cuando lo vi por primera vez. Cambió cuando él huyó herido, y yo estuve sosteniendo el cadáver de mi abuela, mientras que la pureza y la blancura de mi caperuza se fue sustituyendo por un rojo carmesí. Él se llevo toda la bondad que debería de tener una niña, y junto a ella, a mi abuela. Ahora el depredad...