La vida para él siempre fue simple. Comer, dormir y trabajar. Al conseguir la tercera las cosas se complicaron, más aun, porque todo dejaba de importarle cuando sus ojos de pez muerto coincidían con los zafiros de la joven Yato. El problema es que ella era una de sus alumnas y él su maestro. Además, cierto Sádico asechaba a su dulce niña. En definitiva, algo cambiaría ese año.