Señales

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Prácticamente ver a Sakata Gintoki llegar temprano era todo un evento, tan inusual como eclipse y a la vez una luna roja, siendo ese el tercer día corrido que se le veía puntual. Firmó su entrada 7:48 a.m. un hecho bastante inusual para cualquiera que lo conociera. Ignorando las burlas de sus colegas presentes, tomó el camino al salón con el que les correspondía la primera clase "3° Z".

Como era de esperar no se veía ni una sola alma en el aula, tomó asiento en su escritorio antes de sacar unas cuantas hojas del portafolio. Sonrió con malicia, viendo el examen sorpresa con solo seis preguntas, estaba molesto y se desquitaría con ellos, por su culpa tuvo una larga noche de insomnio.

A las 7:53 a.m. Desvió su mirada a la puerta, la abrieron con fuerza, acompañada de unas voces familiares.

—China ¿Qué intentabas, un beso de la muerte? —preguntó, con un deje de diversión.

—Cállate bastardo —contestó cansada, sus ojeras delataban que se había desvelado gran parte de la noche.

Sougo tenía otros planes, no la dejaría ir tan fácil está vez, y también satisfacía su lado sádico imaginando su reacción. Sujeto la muñeca de la pelirroja, iniciando un forcejeo y el juego de fondo. En una fracción de segundo, estaban tan cerca que podían sentir la respiración del otro...

—¡A SUS ASIENTOS! —gritó, un muy irritado permanentado.

Inconscientemente cada uno tomo distancia del otro, ninguno se había percatado de la presencia del profesor, ni los pocos metros que los separaban.

Kagura normalmente hubiera pateado las bolas al sádico por tal atrevimiento, pero si podía hacer enojar al tipo de permanente natural, lo dejaría pasar. Sougo por su parte se veía tranquilo aunque en su interior había una bestia sedienta de sangre, era la segunda vez que los interrumpía en menos de veinticuatro horas.

—Todavía no son las ocho —respondió el joven, con la única intención de molestar.

Hijikata y Yamazaki, entraron entre risas al salón hasta que sintieron la tensión en el ambiente. No era raro que Kagura y Sougo estuvieran peleados, algo muy distinto era ver a Sakata Gintoki con el ceño fruncido. Hasta ahora solo conocían dos facetas de su profesor: la despreocupada y la divertida. Los recién llegados tragaron pesado al recibir la mirada del mayor, en silencio fueron a sus lugares esperando que inicien las clases.

"Anoche no le toco" fue un susurro disimulado que logro escucharse con toda claridad desde el fondo de la sala. Los ojos de pez muerto estaban despiertos y desafiantes, el osado muchacho que se atrevió a pronunciar esas palabras tembló en su silla al ver a maestro ir directamente a su persona. Con un bolígrafo rojo marco "-2" en la prueba. Con una sonrisa satisfactoria, regreso a su escritorio, esperando que alguno más abriera la boca.

Kagura, tras leer las preguntas lo único que deseaba era asesinarlo. Apretó con fuerza su lápiz reprimiendo la ira, las respuestas que pedía eran demasiado específicas, la única forma de obtener el puntaje ideal, era copiándolo directamente de sus apuntes; cerró los ojos, dejando escapar un suspiro, necesitaba calmarse. Sus orbes azules examinaron a sus compañeros, lucían tan aproblemados como ella. Cometió el error fue cruzar e intercambiar una mirada con el veinteañero, quien sonreía con arrogancia, burlándose de todos sus alumnos.

Gintoki les dio veinte minutos para resolver el examen, pasado el límite de tiempo y cuando todas las hojas regresaran a sus manos. Las corrigió en conjunto con sus alumnos, ellos daban algunas respuestas, él las complementaba aclarando así sus dudas. Al final de la clase, comentó que sería una nota acumulativa ya que no quería perjudicarlos, en pocas palabras trataba de lavarse las manos para que los muchachos fuesen a quejarse con la directora.

Dulce tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora