Rebeca había condenado a la esclavitud a toda su familia, por culpa de un hombre cruel y desalmado. Como esclavos cristianos, habían conseguido sobrevivir hasta el momento, pero su Dios le ponía en el camino la prueba más dura de todas. No había peor destino para un cristiano que Carthago Nova, la ciudad de la que ningún esclavo conseguía salir vivo. Sin embargo, jamás se daría por vencida. Lucharía hasta lo indecible por liberar a su hijo y a su familia de la esclavitud. Máximus Vinicius, Jefe de las tropas y de la flota de Carthago Nova, odiaba sin límites a los cristianos. Los esclavos susurraban su nombre con reverencia, como si su sola mención significase enfrentarse a la misma muerte. Su fama, le precedía allá donde fuese y con un poder sin límites, nadie se atrevía a interponerse en su camino. Solamente una mujer había conseguido quebrantar su orgullo: Rebeca. La cristiana de la que se enamoró y por la que estuvo a punto de perderlo todo, hasta el honor. Pero el momento de la venganza había llegado y era hora de ajustar viejas rencillas. Nº Depósito Legal: J119-2019 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Maria Isabel Díaz Gonzalez
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