Mi nombre es Ramiro Sánchez, tengo 27 años, soy suboficial de la policía en la Ciudad de México, y me acaban de llamar desde la central para cubrir de emergencia a un compañero por gripe. Al confirmar mi disponibilidad, y consultar hora, lugar y asunto, me informaron que me solicitan exclusivamente para seguridad de un grupo de pop coreano, figurando entre mis tareas, la protección y resguardo de estos, desde el aeropuerto internacional de la Ciudad de México, hasta el hotel Aerials, y de ahí al Estadio Azteca, concluyendo entonces mi servicio. No los conocía, pero una vez mi sobrina le comentó algo de eso a su tía Nora, mi esposa. Sabía que eran multitudinarios. Sabía que no sería una noche tranquila. Sabía que cualquier cosa podía pasar en tareas de seguridad y protección. Y aun así, suspiré y me cepillé los dientes por segunda vez. Se me había secado la boca. Al terminar, me acosté, abracé a Nora, y me dormí.