Había pasado más de un año desde que Karly Gloss empezó a salir en las portadas de grandes revistas como Vogue o Elle y ya estaba cansada de su vida como supermodelo. Necesitaba descansar ahora que venía el mes de junio y con ello, las vacaciones, pero las peticiones de marcas internacionales para posar con su ropa no hacían más que acosarla y apenas tenía tiempo para ella, hasta que se le ocurre la brillante idea de escaparse del mundillo newyorkino e irse en dirección al sur. Pero una cosa ya sabía, debía ser discreta para no salir en las portadas de revistas, y esta vez, por escándalo.