Era temprano cuando Karly se despertó. Apenas podía abrir los ojos por la cantidad de luz que entraba desde su ventana. No le gustaba dormir con la persiana subida, aunque estuviera llegando el verano, y la noche anterior había sido tan caótica que se le había olvidado bajarla. Abrió los ojos lentamente y se fue desperezando y estirando en su cama. No sabía qué hora era ni tampoco le importaba. Lo único que quería hacer era huir. Y para ella, huir era dormir.
Había pasado media hora desde que abrió los ojos y aún seguía en la cama. En eso se parecía a su madre, siempre tan vaga y perezosa desde buena mañana.
Un rugido proveniente de su estómago le llamó la atención y se dio cuenta de que era hora de despertarse y desayunar algo, antes de que la agencia se presentara en su casa para preguntar qué había pasado la noche anterior y llevarsela, como todos los lunes, a un pequeño local escondido por una de las avenidas newyorkinas más grandes, la número cinco.
Decidida a levantarse, puso lo pies en el suelo y se levantó. Encontró sus tacones de Louboutin tirados en el suelo en una esquina de su habitación.
Poco a poco, los recuerdos de la noche anterior iban apareciendo por su mente.
Eran las ocho y media cuando el timbre sonó. Por fin habían llegado, penso ella. Abrió la puerta y era justo quienes esperaba. Mat, Ray, Katie, y el demás personal de la agencia que venían con un aire fiestero para dar ambiente a su casa. Les invitó a entrar y se quitó la bata de estar por casa. Dejó a todos los invitados boquiabiertos. Para esta ocasión, había escogido un vestido negro y largo de Marc Jacobs que el propio diseñador le había regalado al terminar una sesión de fotos para su colección otoño 2013. El vestido le encajaba de una forma perfecta y era muy peculiar. Era de color carne cruda y largo hasta los tobillos, cubriendo ambos brazos hasta el codo. Una especie de tela de rejilla negra y brillante cubría todo el vestido, haciendo que Karly pareciera desnuda y el vestido fuese la rejilla. A ella le encantaba, era uno de sus favoritos.
Después de unos cuantos piropos de sus compañeros de trabajo, empezó el ambiente. Lo bueno de vivir en el último piso de uno de los edificios más altos de Nueva York es que puedes hacer todo el ruido que quieras, que quienes estén por la calle no lo oirán. Se dirigió al equipo de música y puso algo que sirviera para este momento. Y ella sabía perfectamente qué cd poner.
Se habían reunido para festejar la última semana de trabajo antes de empezar las vacaciones.
Era primeros de junio, en concreto un domingo y era tradición celebrar esta fiesta. El año pasado fue invitada por la mismísima directora de la agencia. Se celebró en la casa de esta misma, y fue algo más formal, donde muchísimos diseñadores de moda asistieron, tales como Michael Kors, John Galliano, Domenico Dolce y Stefano Gabanna, Tom Ford... Pero el que nunca venía, según le habían contado Mat y Katie, era Karl Lagerfeld. Para Karly, Karl le resultada el típico diseñador creído y que se las daba de superior. A pesar de que Chanel fuera su marca favorita, no lo soportaba. Él nunca aceptaba la oferta de Gray Waldorf, la directora de la agencia. Habían rumores de que se habían peleado y no se hablaban desde la presentación de la colección primavera/verano de 2011 de la marca Chloé. Antes eran inseparables. Ella era quien escogía a las modelos que iban a desfilar para Chanel, y él opinaba que sus elecciones eran aciertos deslumbrantes.
Volviendo a la fiesta, este año Karly había invitado a Gray, pero este fin de semana ella tenía que acordar un importante contrato con la marca Prada, una de las más importantes en aquél momento. Karly se lo tomó como algo positivo, pues Gray era considerada como una bruja y siempre controlaba a las modelos, muchas con los dieciocho años recien cumplidos, para que no se desmadraran o bebieran mucho en una de sus fiestas formales. Esta era la ocasión tan esperada por todos y no iba a ser menos.
A medida que su casa empezaba a llenarse con fotógrafos y otras supermodelos, la locura iba llegando a su climax. Miles de botellas de vino caro y de champagne decoraban la mesa de la cocina de Karly. Había contratado a un catering para la comida y la bebida, y se les podía ver realmente ocupados y, algunos de ellos, estresado. La gente no paraba de beber y de picar lo que los camareros ofrecían en sus bandejas.
-La fiesta está siendo todo un éxito- pensó Karly.
A mitad de la noche apareció lo menos esperado. Llamaron a la puerta. Era extraño pues no faltaba ningun invitado, excepto aquellos que habían avisado que no irían. Karly se asombró y fue a abrir la puerta. Su cara al ver quien había llamado fue digna de portada en todos los periódicos.
No podía creerselo. Era imposible.
-No puede ser verdad- murmuró.
ESTÁS LEYENDO
Wander
AventuraHabía pasado más de un año desde que Karly Gloss empezó a salir en las portadas de grandes revistas como Vogue o Elle y ya estaba cansada de su vida como supermodelo. Necesitaba descansar ahora que venía el mes de junio y con ello, las vacaciones, p...