Existen tres motivos significativos por los que Brielle Benworth odia a Adonis Hartmann: - Es el idiota que le rompió el corazón a su mejor amiga. - Es perfectamente obvio que bajo su fachada de "chico bueno" está completamente podrido. - Y aunque lo niegue y evite, se encuentra completa e irrevocablemente enamorada de él. Pero claro, esto nadie lo sabe. Brielle lo prefiere así. Es cierto que no se cruzan, ni se miran y tampoco se hablan, pero eso no quita que su cuerpo la traicione cada vez que se acercan. Por lo que no solo detesta al chico, sino también a como su cerebro no puede hacerle entender al resto de ella que él es un idiota profesional. Entonces, si la decisión está en sus manos, va a enterrar bajo seis metros de profundidad esos sentimientos que no la hacen sentir orgullosa. Aunque todo sería más fácil si no fuera su compañero en el periódico escolar. Tener que verlo tres días a la semana se siente, sino una maldición, algo casi sacado del karma. Mientras sigan en ese círculo de indiferencia, todo va a estar bien. Pero Brielle no contaba con que su libreta más preciada desapareciera. Y mucho menos que fuera Adonis Hartmann quien la encontrara. Ahora ella no solo tiene que lidiar con la opresión de su madre, las demandas de su mejor amiga y el peso de un futuro escolar. De repente, el chico por el que se niega a sentir algo aparece en cada lado al que va, solo para mirarla con sus ojos color whisky, y para decirle que, ahora que tiene su atención, no piensa irse a ningún sitio.