-Mamá, por favor, solo dejemos está conversación para más adelante. Tengo hambre, y Bruno está por llegar. No tardó en decir esa oración mi hija, cuando una voz grave pronunció a mi espalda: -Veo que ha llegado tu madre. -levantando la vista con una sonrisa para ver al pretendiente de mi hija, giré mi rostro y me encontré con unos ojos que pensé que jamás vería de nuevo. «NO.PUEDE.SER»