Las personas somos como las polillas. Cuando algo nos llama la atención, vamos a eso aun sin saber si nos hará daño o no. Somos curiosos, engreídos, orgullosos, dañinos, pero también somos empáticos, alegres y nos preocupamos por el otro. Pocas personas tiene una luz en su interior que no ha sido apagada, pocas personas en este mundo no han tenido que prender su luz porque alguien vino y la apago.