-Es evidente que no quiero perderte Leah. -Joseph sintió sus ojos color caramelo arder. -Joseph...n-no... -Leah se giro sobre sus talones y lo miró, sus pulmones vaciaron todo el dióxido de carbono que habían producido tras la última inhalación de oxígeno que su cuerpo hizo. Ahí supo que no había nada más que hacer, todas sus barreras se habían venido abajo cual muro de Berlín al verlo ahí de pie bajo la incesante lluvia de Chicago. Sin más él acortó la distancia entre ambos, tomó entre sus manos el rostro de la mujer que había cambiado su vida y la de su familia. Y se fundieron en el beso más esperado por ambos.