Cuando las hojas marchitan y tu llanto se vuelve intenso, estoy yo, intentando limpiar tus lagrimas con puños manchados en sangre ajena, donde tu dolor se vuelve mi indiferencia, y donde mi amor se vuelve tu rechazo por un viejo amor, ambos nos fundimos necesitados de aquel calor familiar que alguna vez nos abrazo, cuando ellos vivian.