Hundida en la desesperanza, lo único que Adara desea es que su sufrimiento termine. Anhela cerrar los ojos y dejar su último suspiro en aquella habitación de hospital. Quiere rendirse. Quiere dejar de luchar. Cuando conoce a Daniel, un rayo de esperanza ilumina su vida. En medio de su aflicción, Daniel le muestra un camino desconocido, que a su vez, la llevará a conocer la más plena y eterna felicidad. Y aunque sus caminos se separan, el propósito de Dios no se apartará de ellos. Años más tarde, al reencontrarse, se darán cuenta de que sus vidas han cambiado por completo. Daniel ha vivido una tragedia que ha afectado su fe, y ella ha experimentado un milagro que ha redimido su vida. Ambos tendrán que enfrentar los recuerdos del pasado y los sentimientos que creían enterrados. Un corazón destruido y un corazón renovado, hambrientos por un mismo amor. ¿Podrá ese amor ser capaz de florecer en el más frío invierno?