Cuando mi libertad se hizo realidad, el mundo alrededor mío se volvió un torbellino caótico. El sonido de la batalla llenaba mis oídos mientras luchaba contra mis captores, cada golpe impulsado por años de angustia y deseo de libertad. Con cada enemigo derrotado, sentía que me acercaba un poco más a mi destino, a la vida que había sido arrebatada de mí. Fue en medio de esa masacre que vi a un hombre de cabello oscuro, con una mirada tan ardiente como el sol del mediodía y una sonrisa que prometía un mundo de aventuras. Mis ojos se encontraron con los suyos, y en ese momento supe que mi destino estaba cambiando.