El ápice de felicidad que se nos encomienda en brevedad almacena una sombra en su interior. Cuando alcanzo la cima, ¿Qué tormenta inevitable me espera? ¿Qué castigo, por haber nacido, me aguarda? Sigo repitiendo estas palabras y atormentando mi alma a más no poder. Mas solo diciéndolo me convierto en alguien y no soy un mero algo frente a los demás. Ignoro cuán veraz sea mi paradigma, aun así, esta será la premisa que te acompañe en la lectura. Esta es la leyenda de Dama, una asesina de pueblos sin Dios.
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