En el aislamiento del garaje de Ferrari, mientras la tormenta arrecia afuera, Charles y Carlos están atrapados en un juego de tentación y desafío. Ambos quieren ganar; ambos saben que ceder el control no es una opción, pero la proximidad, las miradas y el roce constante van desmoronando lentamente sus defensas. En esta lucha silenciosa, cada palabra, cada susurro y cada provocación elevan la tensión, dejando claro que uno de los dos perderá el control. -Si me tocas... -susurró Charles, con una voz suave, pero firme- esto se acaba. Carlos lo miró, sus ojos llenos de desafío, mientras la sonrisa de Charles solo echaba más leña al fuego. Los dedos de Carlos seguían ansiosos por recorrerlo, por cruzar esa línea prohibida, pero se contuvo, aceptando la provocación. -¿Crees que soy tan fácil de vencer? -murmuró Carlos, acercándose aún más, dejando que su respiración ardiente rozara la piel de Charles. Ambos saben que esta vez, perder el control podría cambiarlo todo.