La consecuencia lastimera de una antigua maldición. Giran las ruedas del destino, ¡giran, giran y vuelven a girar! Miradlas. No dejan de gritar. Es ahora que el reloj marca susurros atroces: noches eternas y oscuras retorciéndose con odio. Se dejaron, mucho tiempo atrás, trampas silenciosas de las que no se puede escapar. Crueles cortinas abren su pesar, en una penumbra que recibe a los demonios del artista. ¡Es ahora! ¡Ahora! El telón se levanta y las marionetas hacen su brutal aparición.