Al mirar por la ventana del autobús logro ver al niño que una vez fui, y noto los momentos interesantes que llegue a pasar y vivir con mi familia; recuerdo a mi madre cuando inventaba sus cuentos que te transportaban a otra clase de mundo del cual ella misma había inventado; se puede decir que esos fueron mis primeros pasos en el mundo mágico de las letras.
A medida que comencé a avanzar me di cuenta que el mundo no fue como muchos de los cuentos que mi madre me contaba a la hora de arroparme en la cama, y ya al tiempo descubrí que existía literatura amplia, era un mundo completamente nuevo e inesperado; solía sentir un profundo interés por imaginarme cosas, como que: Las frutas y los animales hablaban y que la luna se enamoro del sol, pero ese era un amor imposible.
Inclusive y sin mentirles hubo un tiempo que sentí interés por lo medieval e historias de Piratas, pero a pesar de todo cuando escribía algo tenia que pasar un hecho al que siempre trataba de tapar lo cual era "MORIR", era difícil y es que nunca me explicaba porque pasaba ese fenómeno tan frío y sombrío, pero cada vez que hablaba de esto en mis historias solía matar a uno que otro personaje lo cual era difícil porque hasta yo les había tomado cariño. Solía creer que bajo el mar habían monstruos y peces que aun no descubrimos; se puede decir que hasta me enamore de lo que muchos llaman el lado cálido del océano.
Pero creo que el momento más impredecible de mi etapa de vida fue mi timidez a la hora de comunicarme, tanto fue que me tuvieron que llevar al psicólogo, pueden creérselo. Supongo era por mi propio bien o eso quería creer, al  final solo era cuestión de ponerse en su lugar y es que la verdad ahí empezó para mi el mundo de la escritura; solía escribir de lo que les pasaba a otros y lo que me pasaba a mí, los lugares que he visto, a el donde  fui en mis primeros pasos pos conocer mi ciudad natal.
Hoy en día suelo escribir y pensar a través de los muros de cristal, que me separan de la realidad.