Quiero sentirme amada.
Pero ese «amada» en motivo romántico, ese que algunos definen como mariposas en el estómago, fuegos artificiales y ojos llenos de brillo. Ese «amada» como el de los libros que leo, donde la protagonista no duda si es querida, en donde no hay dudas de lo que es correspondido y donde su día a día no se sienta como si mendigara el amor que tanto desea merecer.
Pero no te confundas, sé lo que es el amor, desde niña he recibido amor, principalmente de mis padres, abuelos, abuelas y tías y tíos. Soy la favorita, para que mentir.
He conocido el amor de amigos y hasta de aquellos que me saludan una vez en la vida mientras camino por la calle con la mejor de las sonrisas. Siento el amor de Dios, de la vida, el de mis perros y gatos, el de mis plantas que me lo demuestran floreciendo hermosamente.
Pero… Aun así, quiero un amor que nunca he experimentado. Un amor que creo saber como dar, pero cuando en un intento lo recibí… me asustó, porque se sintió como todo lo contrario a lo que me imaginaba. ¿Mariposas? Lo que sentí fue un remolino de avispas atacando mi estomago que me hacía vomitar, ¿lo curioso? Odio vomitar y soy alérgica a las picadas de avispas.
Quiero ser amada.
—Vir
From my journaling