Su larga y ondulada melena enmarca
su rostro. Su nariz, perfectamente
delineada, es tan diminuta que me
pregunto cómo conseguirá respirar; en
mi opinión, está ahí solo de adorno.
Baila como un pajarillo en equilibrio
sobre tacones de aguja, andamios
femeninos. Sus ojos son inmensos, uno
puede perderse mientras escruta su
interior. Y en ellos se lee una
determinación feroz. Alza la cabeza con
porte altivo, como una bailaora de
flamenco en miniatura. Sus pechos
parecen un par de merengues tan bien
cocidos que sería pecado no comérselos
ahí mismo.
-La Mecanica Del Corazón
MATHIAS MALZIEU