No perdí el tiempo. Solo aguardé lo necesario…
para que duela lo justo.
Y ahora que duele,
mi pluma no deja de sangrar.
Sigan diluyendo. Sigan tomando.
Adornen sus obras con voces que no entienden, con escenas que no vivieron,
con una voz que jamás fue suya.
Mi prosa suena bien, sí…
pero me costó cicatrices aprender a hablar así.
Ahora la imitan —quienes tienen voz,
pero no tinta.
Visibilidad, pero no fondo.
Se adornan con lo que sangré escribiendo.
Me inquieta.
Porque no importa quién la repita…
el origen sigue siendo mío.
Llámense escritores, copiando bloques sin alma. Repitan mis cortes, sin haber empuñado el filo.
La verdad es esta:
algunos no tienen pluma,
y otros jamás sangraron para merecerla.
—JhoΩ.∑
Desde la grieta; Dónde el silencio también escribe.