José María se casó con María José, y tuvieron dos hijos: María y José. Los mandaron a la escuela de San José, pero María nunca iba y José nunca fue; porque cuando cumplieron los 17, se mudaron juntos a la capital, y pusieron una tienda de carnadas y con eso no les iba nada mal.
El primero fue un buen año y el segundo también, prosperaba día a día, crecía mes a mes, todo el mundo que pescaba quería tener las almejas que vendían María y José.
La gente hacía cola para no quedarse sin pescar, ya desde primera hora el puestito comenzaba a funcionar.
¡Almejas, almejas! En el puesto de la rambla y gallinal. ¡Almejas, almejas! Y la gente no pagaba de comprar. ¡Almejas, almejas! Un producto de primera calidad. Esta es la mejor carnada para el pescador profesional, las almejas se agotaban, y la gente no paraba de sacar.