Les dejo un microrrelato de terror para compensar mi ausencia en Halloween:
~Me gustaban sus orejas peludas, la forma en la que caían por sus hombros era majestuosa; su nariz sonrojada de plástico duro le daba una apariencia dulce, y su pancita blanca rechoncha era encantadora. Sin embargo, poseía una característica que me inquietaba.
A las dos de la madrugada corría a esconderme en mi armario, pues mamá me había comprado un osito de felpa nuevo y él seguro se pondría celoso. Dejé el juguete nuevo sobre la alfombra y me encerré en el mueble. Un ruido horrible, como si despellejaran algo, me hizo temblar. Esa noche dormí en el clóset. Mi madre me despertó un tanto molesta, acusándome de haber roto el osito que me había regalado, no le dije nada, solo desvié la mirada hacía el conejo blanco que cargaba en mis brazos.