- LÉELO TODO POR FIS -
Estaba todo oscuro y no se podía distinguir nada que estaba alrededor de esas tres personas. Empezaron a caminar tanteando en la oscuridad para no chocar con nada, hasta que una de las personas se tropezó y cayó al suelo.
- ¡Ay! - Un muchacho se quejó al caerse.
- Vamos, Merlín, eres torpe pero no para tanto. - Otro muchacho habló con tono de burla en su voz.
- No seas burlón, Arturo. - El primer muchacho respondió.
- Ustedes dos ¡Cállense! Van a llamar la atención. - El tono de voz de la chica que estaba con ellos demandaba enfado. - Y no seas tonto, Merlín. Usa tu magia para alumbrar.
- Esta bien, Lady Aithusa. - Merlín prendió la luz por arte de magia, ahora que había suficiente luz se podía notar a un muchacho pelinegro con ojos azules como el mar, un muchacho rubio con los ojos azules como el cielo y una chica rubia con ojos verde azulados.
- He traído a los dos para que me ayuden a alegrar a una amiga. - La chica era tan mandona como Arturo, pero el príncipe no dijo nada.
Los tres siguieron su camino hasta que llegaron a un salón oscuro, en una silla ubicada en una esquina de la habitación, había una chica sentada. Su semblante era triste y cansado, alguien le había hecho daño, y Aithusa no quería ver a su amiga de esa forma. Cuando los tres llegaron, Merlín trajo alegría a la habitación utilizando su magia. La rubia se acercó a su amiga y le tomó las manos para que la mirara.
- Hola Mithy, he traído unos amigos para que te alegren. - La muchacha miró sobre los hombros de su amiga y no podía creer lo que veía.
- Hola Mithian, hemos venido para alegrarte. - Merlín le habló en su habitual tono dulce y le dedicó una de sus más hermosas sonrisas.
- Y también para defenderte de esos haters malditos. - El rubio dijo alzando su espada.
- Nunca dudes de ti, Mithy, nosotros te queremos, y los haters son solo personas que no saben más nada que odiar a los demás. - La rubia le dedicó una gran sonrisa y la abrazó.