Conozco la sensación de morir callado y de pie, como un árbol. Conozco lo que es estar lastimado y no poder hablarlo con nadie. Lo que es tener las ganas de matar la conversación con un "te quiero", ahí también estamos muriendo de pie. Siempre que nos callamos, que no expresamos lo que sentimos. Todos conocemos esa sensación y muy pocos tienen el valor de hacerse cargo. ¿Quien diría que se llegaría a este punto de silencio? Algunos optan por dejarse llevar por el tiempo solo por miedo de que al decir lo que piensa y expresar lo que siente sea rechazado. Otros mueren en el intento. Y algunos otros, solo pueden morir callado después de tanto gritar. Porque su voz se rompe junto con su corazón después de tantos piedrazos por abrir su corazón, hasta que se hace polvo y debemos remplazarlo con una de esas piedras. Viviendo con eso en el pecho y funcionando como podemos.
Quedamos con una grieta en el pecho y un vacío por dentro, ya que la piedra no ocupa el mismo espacio que el corazón. Y al no poder llenar ese lugar llega la sensación de Soledad. Y gracias a esa Soledad podemos hacernos fuertes por fuera. Pero al fin y al cabo, seguimos con ese hueco, ese punto débil. Somos un tronco hueco en el que las personas entran y salen cuando quieren, o se quedan hasta que encuentran un mejor árbol en el que quedarse, como los mapaches. Entran en tu ahuecado pecho y se roban la piedra que te mantenía en funcionamiento. Empeorando la sensación que tenés. Y no podes gritar. No te quedan fuerzas. No te quedan ganas... no te queda vida. Porque podes aparentarlo, pero estar de pie y estar vivo, no es lo mismo que vivir y sentirse vivo. Y después de tanto engaño nos vamos como vinimos. Solitarios, y ya sin esperanza de encontrar a quien anide dentro de tu pecho.
Somos esto. Solo un tronco hueco.