Me obligo a no decir nada ni de suspirar. Estoy indignada, una súplica de este género no tiene que obtener un valioso perdón tan rápido. En realidad es una estupidez, pero no quiero dejársela pasar. Soy bien cruel.
Sarcasmo, gracias.
Sigue acariciando con la punta de su nariz, sabiendo lo poco tolerante que soy con las cosquillas. Suelto un pequeño gemido que intento amortiguar con mi mano, notando como sonreía presionando sus labios en mi piel al darse cuenta de que reaccioné como el quería.
-Inu... yasha...-susurro intentando separarme de él, pero me aferra tan firmemente por la cintura que no puedo moverme ni un centímetro más.
-¿Me perdonas?-murmura siguiendo las caricias, empezando a hacer movimientos circulares en mi cadera con sus pulgares. Suspiro, sabiendo que mis mejillas se estaban tornando de color Escarlata por su culpa.
¿Ven? Es un idiota.
-No...-mascullo, terca como una mula.
-¿Estás segura?-murmura seductora y suavemente en mi oído para después morder el lóbulo de mi oreja juguetonamente y con una de sus manos libra mi cintura para pasarlo hasta mi cuello con delicados movimientos casi imperceptibles, sin dejar un solo momento mi piel.
Muerdo mi labio inferior. Siento como si no me puedo aguantar de pie y me tiemblan las piernas, como si fueran de gelatina. Siento que mis mejillas están no rojas, lo siguiente, y noto el calor que me recorre entera. ¿Por qué tienes que sentirte tan débil y vulnerable con la persona que quieres?
Decido voltearme, justo en frente suya y pocos centímetros nos separan. Enredo mis brazos en su cuello buscando apoyo para estabilizarme ya que me puse de puntillas para llegar justo delante de su rostro.
----------
Avance del próximo capítulo de los Retos de la vida; seguimos sin saber cuando acabaremos. Lo siento lo hacer que esperéis tanto tiempo, no os lo merecéis.
Gelatoo