Anastasia.

Te voy a esposar a mí de nuevo así no te me vuelves a escapar.

Me debes muchos besos, creo que es hora de que comiences a salir de deudas ¿No crees?

Y, aunque me rompa el ego admitirlo, también extraño tus besos.

Te extraño ¿Sabes?

Esa idea me gusta mucho más. Vaya ¿Tan sometidos nos encontrábamos? Entonces voy a considerar la idea de volver a estar esposados, eh. A mí me encanta, creo que voy a tener que encerrarte en mi cuarto o, al menos, escaparme de clase para ir a verte. Todo con tal de estar contigo la mayor parte del tiempo.

Cómeme a besos, qué tanto. Quédate en mis brazos ahora y lo que resta de vida, preciosa. Pero cuéntame qué tal tu día y cómo va tu noche, ¿sí fuiste a la fiesta? 

Yo a ti pero mírame, ya estoy aquí.

—Sostuvo con firmeza de su cintura, a la vez que sus cuerpos se acercaban cada vez más si eso era posible. Se sentía mejor de lo que había imaginado, había superado todas sus expectativas y solamente pudo desear que ese momento durara toda la noche. Al sentirla corresponder una oleada de emociones recorrieron todo su sistema nervioso permitiendole disfrutar el momento aún más, tenía todas sus emociones a flor de piel y ya no poseía el control de sus cinco sentidos, perdió total autoridad sobre su cuerpo, solamente eran ellos dos hundiéndose en los labios del otro. Sucumbió a la profundidad de su boca dándole total libertad de que explorara todo lo que quisiera, sin embargo se aferró a su cordura separándose él también.
            Ni siquiera pudo notar cuando su respirar se irregularizó, pues ahora su pecho subía y bajaba con rapidez evidenciando la emoción que le había provocado aquello—.
            Gracias a ti por permitirme hacerlo, te llevas todo el mérito por haberme impulsado inconscientemente a hacerlo. De verdad, Anya, me encantó, me siento muy feliz ahora mismo.
            —Aflojó su agarre pero sin retirar por completo sus manos, se mantuvo cerca, no esperando algo sino más bien dándose la libertad de detallar todo su rostro ahora que la tenía a centímetros. Se permitió grabarse todas sus facciones en su mente, aún sintiendo el tacto de sus labios contra los suyos—.
            Eres hermosa ¿Y sabes algo? Tu sonrisa me fascina.

—Al notar el enrojecimiento en sus mejillas, una media sonrisa decoró sus propios labios. Él sentía cierto nerviosismo creciendo en su cuerpo, pero trató de controlarlo y hacerle notar lo tanto que quería esto; con delicadeza, sus manos capturaron su cintura buscando que se sintiera más tranquila, por ello brindó caricias sutiles en la zona. Con el pasar de los segundos se sentía cada vez más tentado a hacer lo que estuvo esperando toda la noche, sin embargo se contuvo para oírla con atención—.
            Yo lo esperaba tanto como tú, y con respecto a lo segundo, puedo notarlo... Pero mi intención es hacerte sentir cómoda, no haré nada que no te guste, es solo que no podía alargar más el momento luego de ese jugueteo que se había creado entre ambos allá en la fiesta. Te entiendo, yo tuve que tomar mucha valentía para atreverme a acercarme más a ti, y eso que la cobardía no es algo normal en mí pero no puedo evitar flaquear cuando se trata de tenerte cerca.
            —Tragó en seco al sentir sus manos en su rostro y el cosquilleo de calidez en su pecho no se hizo esperar cuando se le fueron depositadas aquellas caricias; se sentía bien, de algún modo, más relajado. Se sentía menos tenso consigo mismo y lo último dicho por ella fue suficiente para hacer lo que había estado deseando este último tiempo. Sus ojos se dirigieron a los ajenos por una última vez antes de cerrarlos y humedecer sus labios, atrayendola por completo a su cuerpo chocando así ambas bocas en un beso que preveía que sería uno dulce y tan delicado que sintió derretirse bajo su toque. Su corazón bombeaba con rapidez a la vez que sus belfos se movían con lentitud y cierto grado de timidez contra los de ella—.