Kyo, mi Kiyoshi. Debo admitir que esto me ha tomado totalmente desprevenido. Soy un manojo de nervios y el cortocircuito en mi cerebro está demasiado distraído pensando en lo que siento por ti como para lograr hilar frases coherentes. Así que, no tomes mucho en cuenta si digo alguna que otra bobada.
Desde el primer momento que empezamos a hablar, sentí una conexión, un entendimiento entre nosotros. Me hacías sentir como en casa, pudiéndome expresar con libertad sin importar el tópico. Cuando menos lo esperaba lo que empezó como bromas inocentes acabaron escalando y el día que confirmamos que, efectivamente, ya tenían otro significado para nosotros, supe que ya no había escapatoria.
Porque no me tomó mucho tiempo darme cuenta de lo mucho que me gustas, de lo fácil que es estar contigo. Haces que fluya y sin importar de lo que hablemos, incluso si son de tus reels cuestionables, siempre hay una sonrisa dibujada en mis comisuras. Tuve algo de incertidumbre pues no sabía con exactitud hacia dónde se dirigía, pero pronto, sin tenerte que preguntar, aclaraste mis dudas. De alguna manera, eso me hizo caer aún más por ti. Y fui cayendo, cayendo hasta que me encontraba impaciente por tu respuesta y mis pupilas se dilataban con solo contemplarte. Tus ojos. Quisiera sujetar tu rostro y contemplarlos por horas, perderme en ti. Así que sí. Mi respuesta es un sí, muñeco. Quiero que seas mi novio y mi acompañante. Quiero que seas mis buenos días y mis noches de desvelo. Porque no quiero un futuro en el que no estés. Te quiero.