/ suspiro aliviado, sus luceros fueron dirigidos a la fémina, apretó su mejilla; algo desesperado. No te largues por tanto tiempo, me haces falta en cada día. / Reclamó y su tono fue serio y preocupante.
Descuide, no hay nada que perdonarle. Yo mismo he estado ausente. Todo ha estado muy pacífico, pero especialmente hoy me encuentro muy bien. ¿Qué me dice de usted? ¿Todo en orden?