Hoy, una vez dejado atrás un año llenos de momentos vivaces, toca dar la bienvenida al 2020, un nuevo año y una nueva década.
El 2019 ha sido un año repleto de experiencias. Ha sido un año de aprender, de conocer, de visitar, de amar, de caer y levantarse, de equivocarse, de sentirse libre, de extrañar. He reído, he llorado, he cantado, me he enfadado, he querido, he defraudado y me han decepcionado. Puede que no haya sido uno de los mejores años (o quizás sí), pero he vivido, he sentido... Porque soy humana, y sigo viva.
Gracias a ese año me he dado cuenta de muchas cosas. Una de ellas, es que por mucho que duela, las personas van y vienen. ¡Pero eso no es malo! Cuando puerta se cierra, otra se abre, dándole paso a nuevas oportunidades. Por eso mismo, a veces hay que dejar ir a personas que no nos hacen bien. Porque a veces, hace más daño permanecer allí, que irte.
Pero creo que lo más importante que he aprendido, es a dar las gracias antes de dormir, por todo lo que tengo. Porque me siento muy afortunada y agradecida. Y todo el mundo sabe que siempre tiendo a agradecerles todo lo que hacen por mí. Pero hoy me he dado cuenta, de que hay una persona a la cual nunca le he dado las gracias: A mí.
Porque aunque no soy de hacer propósitos de año nuevo, pero este año solo tengo uno: Quererme a mí misma.
Gracias por tu amabilidad, por ofrecerte siempre a ayudar sin pedir nada a cambio, por saludar a los demás siempre con una sonrisa en la cara, por ser tan cabezota a veces, por darte caprichos de vez en cuando, por no juzgar nunca a nadie e intentar ser comprensiva, por hacer reír a los demás, por saber escuchar, etc. Pero sobretodo, por seguir adelante a pesar de todos los complejos, toda la inseguridad y todo el miedo que tienes en el cuerpo.
Y por último, solo deseo dos cosas: Salud (para mí y para todos mis seres queridos), y continuar teniendo a mi lado esas personas especiales para mí. Porque eso es lo que constituye mi felicidad.
¡Feliz Año Nuevo! <3