alzo la voz para hacerme escuchar por debajo del agua, grito hasta sentir que mi garganta duele y se desgarra por el esfuerzo. trato de manera tan insistente que alguien me escuche, que me es imposible no derramar lágrimas por mi desesperación, por el latente deseo de ser vista finalmente, por ser tomada en cuenta. el universo ríe jocosamente de mi suerte, aquella que le sirve de bufón en los días más aburridos. junto a él está el silencio, mirándome mientras hace lo que mejor sabe hacer: esperar, observar de manera imperturbable e indiferente como poco a poco me voy desvaneciendo en aquellas aguas oscuras que figuran mis pensamientos, miedos y maldita vida. de pronto, la ironía decide hacer presencia llegando acompañada de la soledad, la cual me sonríe compasiva logrando tranquilizarme en mi último letargo de vida.
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