Me lanzo sin miedo a la vorágine
brillando en cada estrofa
con sensual coraje.
Lucho.
Rota jamás he de resultar.
Soy el estribillo de una canción.
Y te cedo mis acordes,
uniendo a ti mi voz.
Pero es difícil combatir
el adocenamiento...
y tiendo a caer,
a caer hasta el fondo.
Pero me levanto,
vuelvo a surgir,
sin miedo a la vorágine,
me lanzo,
una vez más...
¡Me lanzo!
Para que me sientan y se sientan.
Porque en mí descansa el caos.
Y en mí tus visiones resplandecen.
Dejando al descubierto tus oscuras manías;
las mías,
las nuestras.