Las palabras que anhelaba expresar se quedaron atrapadas en su garganta cuando observó aquel muñeco; el descubrimiento de que asemejaba ser ella la dejó con un amargo sabor de boca, pero se forzó a sacudir la cabeza para recuperar el sentido. Sabía que quedarse paralizado nunca era buena idea cuando la situación podía volverse peligrosa.
— ...Preferiría evitarme eso. —
Susurró de manera apenas audible e instintiva, apretando el agarre alrededor de su cetro al punto en que sus nudillos se habían puesto blancos. No podía negar, sin embargo, que la parte más oculta de ella sentía atracción y sus mejillas ligeramente enrojecidas la delataban, contrastando con su piel nacarada. Sin embargo, mantuvo los pies en la tierra, sabiendo que en cualquier momento tendría que echar a correr como siempre.
— Así que, si me disculpas... —
No pudo evitar retroceder dos pasos más, su postura antes firme ahora era tensa y desconfiada, como si se sintiera del mismo modo que una presa acorralada por su depredador.