Alguna vez, en algún momento de mi vida, me sentí invencible. Era muy sencillo cerrar los ojos, llorar cuando tenía que hacerlo, sujetar sus manos y sus palabras, para guardarlas en una maleta y atesorarlas por siempre.
No importa lo lejos que corra, siempre vuelvo a la familiaridad de su dolor, porque no hay tristeza amorosa más grande para mí que su pérdida, ¿no es así?
Es como si cada vez que me rompen un poco más el corazón, me recuerdo a mí misma que jamás será roto como cuando se fue, porque no habrá dolor más agudo que ese.
(No me permito sentir dolor más agudo que ese)
A veces uso esto para recordarla, porque todavía es un tabú en mi realidad, porque todavía entornan los ojos cuando pienso en ella, y prefiero que sea mi secreto.
Mientras, demuestro así que aunque se haya ido, yo cumplí mi promesa.
Jamás me marcharé, flor de loto. Siempre estaré esperándote aquí, en alma, porque sé que jamás volverás.
https://www.youtube.com/watch?v=1KAujIPnVc4