Fue extraña la forma en la que ambos niños comenzaron a hablar en ese entonces. Jungkook era más tímido que un Omega, y le daba miedo sonar como un niño tonto frente a Jimin, el pequeño le parecía hermoso de pies a cabeza y el quería conquistarlo, quería que el "menor" se fijara en el, pero no sabía cómo, así que cuando Jimin comenzó a hablarle sobre la plastilina azul, Jungkook inmediatamente le brindo la suya diciendo que la amarilla también le gustaba y que se la dada. Así fue como ambos pequeños comenzaron su gran Historia.
Los años pasaban de manera lenta, y con ello ambos niños crecían, por eso el pelinegro tenía miedo de que Jimin comenzará a fijarse en sus nuevos compañeros, Jungkook quería al de mechitas naranjas para el, quería que ese pequeño niño le fuera de su pertenencia, era posesivo y lo que quería debía tenerlo, aún si tuviera que pelear por el. Así fue como aprovecho, con nueve años comenzó a marcar con sus dientes de leche a su Jimin, quien muy a pesar de su corta edad sentía que estaba haciendo lo correcto, su corazón le decía que esa marca era especial y cuando Jungkook volvía a marcarlo, cuando está desaparecía, él se sentía el ser más especial del mundo.
Jimin había sentido desde muy pequeño que Jeon era alguien especial, alguien del que no podría separarse así como así, y dejaba que este le diera sus marcas ya que el menor quería que su Jungkookie fuera solo de él.