Lograste llenar aquel vacío que existía en mi, pero ahora que te vas vuelvo a la misma soledad.
Te llevas contigo palabras, promesas que jamás serán cumplidas, mi cariño y un enorme pedazo de mi corazón.
Todo fue una coincidencia, ninguno de los dos buscaba nada, quisiera regresar el tiempo al día donde nuestras pupilas se encontraron por primera vez.
Te regale cada parte de mi, te entregue mi amor sincero, mis pensamientos, sentimientos, mis risas y miradas.
Me mostraste una faceta desconocida del amor, me llevaste a lugares desconocidos, exploramos mundos diferentes.
Esta carta es mi despedida, pero quiero aclarar que desde el primer mensaje siempre fuiste tu.
Ruego no volver a toparte, no por rencor, sino, para olvidar, para que no duela aún más.
Quiero quedarme con todo lo bonito, desechar lo malo y sanar de esta decepción.
Te recordaré en cada loción, cada pastel, cada banca de parque, las mentas, noches obscuras, el miedo invadiendo mi cuerpo, en la exitacion, en la tristeza, en el sillon de la sala que es el único cómplice de nuestros encuentros.
Me duele no ser la mujer con la que compartirás el resto de tu vida, con la que formarás una familia, a la que cada tarde cuando llegues del trabajo saludaras con un beso en los labios.
Me lastimaste y eso me hizo aprender, mi corazón se mantendrá cerrado por el resto de mis días pues nadie más lo volverá a dañar, no por 3era ocasión.
Con amor, Betania