Capítulo 3

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Bobby

Brooke camina a mi lado sin hacer preguntas. Está aferrada a mi brazo izquierdo y temo que sea por frío. No es tan tarde, pero el viento de la noche nos golpea un poco el rostro y yo pienso en si fue una buena idea estar aquí.

Cuando veo el árbol al fondo, olvido la idea y apresuro el paso. Ya fue demasiado con el problema del motor de esta tarde. Debo reivindicarme con Brooke de alguna manera.

Tomamos el camino del patio, atravesamos el jardín y llegamos a un enorme roble que tiene unas tablas pegadas en su tronco.

—¡No me digas! —Grita Brooke mirando hacia arriba— ¿Tenías una casa en el árbol?

—Tengo —Sonrío y la invito a subir.

Brooke escala de manera animosa mientras yo abajo aprovecho para liberar la tos que me estaba apretando el pecho. Me ajusto un poco más el cuello de la chamarra y empiezo a subir.

Cuando tenía 8 años, papá construyó esta casa para mí. Según me contó, yo estaba queriendo hacerme cargo de todo y realmente lo que hacía era estorbar. Así que él me dio la tarea de cuidar el jardín desde aquí.

—Así que lo vigilabas todo desde este fuerte —Responde Brooke cuando termino de contarle.

—Sí. La vista no es muy amplia, pero veía el jardín que era lo importante.

Brooke está de pie apoyada a la baranda que rodea la casa, que realmente un cuadrado de madera acomodado muy bien entre las ramas del árbol. Tiene una única habitación que ahora mismo cuenta con dos cojines y una cesta mimbre.

—Creo que te debo una cena.

Brooke entra a la casa y se sienta a mi lado. Abro la cesta y saco una caja pequeña de plástico que contiene un postre de frambuesas.

—Me detuve a comprarlo aquí cerca. Es de una de las granjas más populares cultivando fresas y frambuesas —Doy una cucharada y la llevo hasta su boca. Ella sonríe y come— ¿Te gusta?

—¡Delicioso! La magia de la fruta fresca, imagino.

Asiento. Damos unas cuantas cucharadas más en silencio hasta que es suficiente para mí.

—¿Estás enojada?

Brooke detiene la cuchara frente a ella.

—No... —Pero yo levanto una ceja— Solo... me preocupa sentirme como... como que... Sé que tienes tus deberes y no quiero molestar.

—No lo haces —Me acerco a ella y la abrazo. Nos acomodamos en el piso, apoyando nuestra espalda en una de las paredes de madera. Brooke se recuesta sobre mi pecho y yo la rodeo con mis brazos— Se supone que todo lo tenía arreglado para que justamente no surgieran estas interrupciones, pero...

—Yo entiendo, Bobby.

—Pero lo compensaré mañana.

—Lo estás compensando ahora —Susurra y se aferra más.

Durante un rato nos quedamos allí hablando de cómo me fue en la ciudad, sobre su experiencia en la huerta y su encuentro con Sully.

—¡Se ha encariñado con Jonas! —Brooke ríe y yo la sigue— Lo hubieses visto correr por el patio huyendo del pobre gatico.

—Me hubiese encantado verlo —No pretendo sonar triste, pero parece que lo hago porque Brooke se levanta hasta quedar de rodillas frente a mí.

—¿Dónde dejaste tu pañuelo, vaquera?

Sus manos buscan los botones de mi camisa y yo sonrío.

—Lo he perdido.

—Sin pañuelos, entonces.

Brooke se acerca y me besa sin dejar de desabrochar mi camisa. Por un momento pienso en lo grave que podría ser estar ahí desnuda con el viento gélido golpeándonos, pero lo olvido de inmediato. Lo único que importa ahora es ella.

Rodeo su cintura y hago que se acerque más a mí. Brooke ya ha terminado con los botones, encontrando acceso directo a mi pecho. Yo también desabrocho su camisa, pero ya ella ha hecho lo propio con mi sostén. Su boca abandona la mía y deja un camino de besos por mi cuello hasta llegar a mis pezones. Yo cierro los ojos y disfruto de sus labios, de las caricias de su mano izquierda sobre mi cintura. Siento entonces que el viento que entra por las ventanas y la puerta, golpea demasiado fuerte mis pulmones.

—Brooke... —Susurro y ella levanta el rostro hacia mí.

—¿Pasa algo?

Tomo aire y sonrío.

—Te extrañé.

Sonríe y yo aprovecho para lanzarme sobre ella para suavemente hacerla caer sobre el piso de madera. La contemplo y aprovecho para tomar aire, temo que Brooke perciba que algo pasa, pero lo disimulo muy bien o quizás es ella que solo está pensando en tenerme. ¡Justo en lo que yo también debería estar concentrada!

Mis manos se posan en su cintura y acarician su pecho hasta llegar a su cuello. Brooke me mira y sé lo que está pidiendo, así que no pienso darle más demora al asunto. Desabrocho su pantalón y mi mano derecha se escabulle por sus panty negras mientras que mi boca se ha obsesionado con su cuello.

—Bobby... —Me susurra al oído— Oh... Bobby.

Mis dedos encuentran lo que buscan y acarician suavemente logrando una arcada que me empuja un poco. Alcanzo a sostenerla y a devolverla al suelo. Su boca me busca y cuando me encuentra me confirmo lo mucho que me gustan sus besos y lo difícil que es separarme de ellos. Pero sucede. Cuando mis dedos exploran más allá y llegan al punto que buscaban, el cuerpo de Brooke vibra y ella se separa soltando un gemido que me hace erizar. Su frente descansa en la mía y comprendo que, aunque mis pulmones exploten allí mismo, no voy a soltarla.

***

El día siguiente desayunamos al lado de la huerta, debajo del gran árbol de olivo, en un picnic previamente planeado. La familia de Brooke ya tiene el espíritu del campo; han cambiado sus jeans por pantalones cortos y sandalias. Incluso Alicia se ha puesto un sombrero de paja que Agustina le ha conseguido. Brooke lleva una camisa de cuadros verdes ceñida al cuerpo que me han dado ganas de quitársela apenas la he visto.

—Lo mismo me pasó ayer al verte, vaquera —Me dice al oído— Y me esperé. Así que es tu turno ahora.

Hace una mañana perfecta, el clima es soleado, pero no hace demasiado calor. El picnic avanza de maravilla hasta que escuchamos el grito de Clay.

—¡Bobby, atrápalo!

Nos giramos a ver como el pequeño corre detrás de Blake, el gallo rebelde de papá que muy poco cree en las normas. Me levanto de inmediato e intento cerrarle el paso, pero es más veloz que todos, porque ahora mi padre y nuestros invitados se han unido a la carrera por atraparlo. Luego de un rato olvido al gallo y solo estoy corriendo detrás de Brooke hasta alcanzarla y cargarla por la cintura. Ella se suelta y de nuevo inicia la persecución. Sin embargo, siento que algo va mal, una opresión en el pecho me hace detenerme. Veo que la sonrisa de Brooke desaparece y corre hacia mí, pero yo ya me he desvanecido, todo se ha vuelto oscuro. 

Confinadas: Brooke visita la granjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora