Tantas historias en mi cabeza, vivir dos mundos; realidad e imaginario. Esperar que la vida te diere ese toque que te sacara de la cotidianidad, pero ¿sabes que estas listas para cuando ese momento tocara la puerta? O actuarias como lo haces ahora.
Un simple maniquí que se deja llevar como las olas del mar.
Su altura era intimidante. Pero no ese tipo de intimidación que te da miedo, sino que te hace sentir que debiste dormir más para estar a su nivel.
Soy una persona de tez clara, pero él en comparación a mí, era como ver un ángel, su piel se notaba suave como un pequeño oso de peluche. Sus risos parecían estar más largos. Los labios... el inferior más grueso, se desplegaban en una hermosa sonrisa. Esperaba que mi mirada, detallando su cuerpo esculpido por los dioses del olimpo, no fuera tan obvia. Caminábamos uno al lado de otro, no me había atrevido a decir nada, pero sabía que tarde o temprano tendría que abrir mi boca. Mi extremo grado de timidez era lo único que me había evitado tomarlo del cuello de su camisa y encerrarlo en uno de las salas vacías.
Aunque pensándolo mejor, no está del todo descabellada mi idea.
— Cuidado. —me tomó de la mano.
Debía apartar mis pensamientos lujuriosos, por mi bien. Un grupo de producción transportaba unos paneles, y justo iba a dar de enfrente.
— Creo que es mejor que crucemos por aquí.- Indiqué, girando a la derecha.
¿Qué debía decirle? Estaba muy nerviosa pero no quería pasar por retrasada.
¿Qué debía preguntar? Sabía la mayoría de cosas sobre su vida.
Bostecé, ¡pero que rayos! me vería horrible. De seguro ya lucia como una momia.
Pantalones de cuero, zapatillas y una camiseta de tirantes, el pelo recogido en un moño alto, sin una gota de maquillaje, ahora que lo pensaba. ¿Qué sucedía con mi vida?
— Este es el jardín. —señalé con una pequeña sonrisa, aquel lugar había pasado hacer uno de mis lugares favoritos.
En los momentos que tenía un descanso me gustaba sentarme sobre la grama y leer algún libro de John Katzenbach, amaba la poesía, pero también me gustan los libros con una buena trama de misterio, suspenso.
Nos sentamos en una banca, era más de estar sobre la grama, pero estaba junto a una persona importante, por lo que cuidaría su culito. Bueno...de pequeño no tenía nada.
— Dani...
Giré mi cara hacia él ¿Sabia mi nombre?
Sentí mis piernas desvanecerse, a buen tiempo me senté.
— Tal vez lo que te voy a preguntar; te lo han preguntado miles de veces.
Sentí un nudo en la garganta. Mi respiración era irregular, me sentía a gusto con su compañía, la del problema era yo, y mis ganas de darle unos buenos besos.
— Mnh...
Sabía que no pediría que fuera su novia, pero aquel tono con el que había pronunciado aquellas palabras fue la cosa más sexy y caliente que alguna vez pude haber escuchado.
— ¿Qué te inspiró escribir tu historia?
***
Les ha pasado que están en un momento importante en sus vidas y repentinamente les da por toser, pero no cualquier tos, ese tipo de tos que te quedas sin aire.
Esa era yo justo ahora, siendo atendida por algunas personas a mí alrededor, Shawn sostenía una botella con agua y Becky me soplaba con unos folletos.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó preocupado. No era de menos, había hecho un completo espectáculo.
¿Dónde está mi pinche Oscar?
— Así es ella no te preocupes.
Matar a Becky. Apunté en mi lista mental de cosas por hacer.
— Soy Becky, por cierto. La hermana de la que te trae ganas.
— ¡Becky!—dije abriendo mis ojos exageradamente.
Becky era así, no tenía filtros. Era extremadamente sincera, y hay cosas que no se dicen. (Aunque a Shawn le daría contra el muro) Las cosas como son.
Allí radicaba la diferencia, ella no sabía controlar su boca.
***
Mami dale para abajo, hasta abajo, para abajo, hasta abajo, hasta abajo
Todos a mí alrededor me veían. Estaba en la sala de juntas.
Trataba de cancelar el maldito ringtone, que se reproducía, junto a la foto de Becky. Pondría contraseña a mi celular, sin duda.
Apagué el celular en un intento desesperado para callar aquella canción.
— Lo siento.
Nadie dijo nada al respecto.
Después de algunos minutos, la reunión terminó.
— Dani, hay algo que aún no te hemos dicho.
— ¿Si? —pregunté mientras caminábamos hacia la puerta.
El productor comía semillas de una bolsita.
— Nuestro actor ha puesto una pequeña condición.
— Y esa es...
— Tendrás que practicar sus líneas con él.
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Viviendo un sueño
Teen FictionPrólogo Cuando somos niños creamos mundos imaginarios, donde podemos ser héroes o villanos de nuestras propias historias; ir a la luna, formar parte de una familia real, pelear con dragones y cuantas cosas más. De pequeños existen los sueños en su f...