Capítulo 4

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Difícil situación, pero sencilla solución.

Hyejin miró el reloj ya era bastante tarde, limpió un par de lágrimas para comenzar a organizarse.

La incomodidad entra las dos es palpable, tomando un desayuno silencioso, rápido y un poco amargo. Salieron corriendo del edificio, Wheein se regañaba internamente por no despertar a Hyejin más temprano.

Comenzó a correr — ¡Apúrate llegaremos tarde! —, gritó a Hyejin estando unos metros atrás de ella, en la cabeza de la castaña solo pasaba el reclamo de Moonbyul por su tardanza y posibles profesores.

La pelinegra observo como Wheein no ponía atención a su alrededor por estar en su mente, todo pasaba lento por su cabeza cuando la castaña comenzó a cruzar la calle sin mirar a los lados —¡Wheein! —, llamó su atención.

Wheein cerró sus ojos al sentir un pequeño viento revolver su cabello, cuando logró abrirlos se percató del calor que emanaba un cuerpo, sujetando su cintura como si su vida dependiera de ello.

Sus mejillas comenzaron a enrojecer al ver a Hyejin sujetándola tan fuerte, era un abrazo cálido, la pelinegra la sujeta más fuerte contra ella y apoyo su cabeza en uno de los hombros —¿Estás bien? —. Wheein estaba pasmada asimilando lo que pasaba, las personas pasaban a su alrededor, algunos incomodos, otros preocupados por ver el suceso.

–Yo... — La castaña se atrevió a mirar los ojos de la contraria, expresaban preocupación, miedo, es un milagro que Hyejin haya llegado a tiempo — Gracias... —, dijo apenas, avergonzada.

Hyejin la volvió a abrazar con ganas — Idiota, qué sería de mí si te perdiera ­—. Sus ojos se aguaron por su propio pensamiento, dicho en voz alta, Wheein correspondió el abrazar igual de asustada que ella. "Tampoco te quiero perder" Pensó.

El resto del trayecto caminaron cogidas de la mano, así se asegurarían de que nada pasaría, no querían arruinar aquel día.

Al llegar a su destino la hermosa sonrisa de Wheein cautivo a Hyejin, sin embargo, no era para ella, una punzada paso por el corazón de la pelinegra al ver a su amada secreta correr a saludar a una pelirosa —¡Yongsun! —. La nombrada sonrió al ver esa criatura tierna acercarse a ella para abrazarla, al tiempo que la regañaba por casi llegar tarde.

La mayor tomó a Wheein de la mano — Ya va a empezar, vamos —. Hyejin observó con el ceño fruncido tal acto, a veces quería pararse delante de Yongsun y decirle cosas como "Wheein es mía", pero tenía que tragarse sus palabras.

— Cuidado pequeña Leo, no es bueno dejarse llevar por este tipo de sentimientos — Hyejin volteo cruzada de brazos para observar a la dueña de esa voz conocida. A Moonbyul le encanta burlarse de su amiga, eran tan transparentes sus sentimientos que solo ella no lo notaba.

— ¿Cómo...? ¿Qué quieres decir con eso? — Pregunto confundida, extrañada por creer que la rubia leía sus sentimientos.

— Nada pequeña Leo, entremos — Dijo abrazándola por los hombros para entrar.

Hyejin siempre le extrañaba el apodo "Leo", los primeros días que Moonbyul la llamaba así lo corregía de inmediato, pero se acostumbró a él después de un tiempo, suponiendo que la llamaba así por su signo zodiacal. Byul era una fanática de los signos.

La rubia daba mirabas intercaladas a sus amigas, Hyejin con el ceño fruncido y Wheein sonriendo, aunque se notaba que tenía un poco de tristeza, se preguntaba si había pasado algo antes de llegar. Luego sus ojos se perdieron en la cabellera rosa que sujetaba la mano de la castaña, robándole un suspiro.

Sin quererlo, el destino hizo que las cuatro se unieran, Wheein había conocido a Yongsun desde temprana edad, fue ella la que la asesoro para unas materias para después convertirse en una buena amiga que no le agradaba del todo a Hyejin, nadie que robe su tiempo con su Wheein lo haría.

Libro I Zodiac's KingdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora