Cuenta regresiva

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La copa que la morena sostenía en su mano fue llenada nuevamente por el mesero; las burbujas del champagne la entretuvieron por varios segundos hasta que sintió como su hermana la jalaba hacia la pista de baile. Diez minutos después se excusó diciendo que tenía que dejar la copa en la mesa para no romperla mientras bailaba y huyó de la pista.

Se encaminó hacia la parte alta del salón y se recargó en el barandal para observar bien a los invitados. Amanda adoraba hacer fiestas, pero su especialidad sin duda era la que hacía año con año para celebrar el fin de otros 365 días.

Los ojos de Juliana se detuvieron en la figura risueña de su madre, quién se veía sumamente animada a lado de Lucia Borges, la madrastra de Valentina. Por unos segundos su mente viajo hasta aquella rubia de ojos azules y suspiró ante ello. Aún le resultaba difícil admitirlo, sobre todo porque nunca antes había dudado tanto de su sexualidad, pero sabía y estaba consciente que sentía una gran atracción - física y mental - por Valentina.

Tenía vagos recuerdos de ella siendo una estaca en el dedo durante la secundaria y se arrepentía demasiado por no haberle prestado la atención debida. De alguna u otra forma siempre pasó de ella y prefería encerrarse en su mundo. Claro está, ella no se aislaba, al contrario, tenía muchos amigos, pero Valentina le parecía terreno peligroso incluso durante su adolescencia porque siempre la sacaba de sus cabales y de su zona de confort. La rubia era un peligro andante, y junto con Rebeca constantemente se estaba metiendo en problemas, lo que en definitiva hacia que Juliana prefiriera mantener la distancia con ella durante todos los años que convivió con ella.

Incluso ahora, que ya eran adultas, había algo en Valentina que siempre emanaba vibras de peligro, pero ahora no le resultaba preocupante, al contrario, le atraía demasiado.

- Hey. - al aliento mentolado convinado con alcohol de la dueña de sus pensamientos y dolores de cabeza se hizo presente llamando por completo la atención de Juliana

- Hey. - sonrió volteando a verla - ¿No estabas por ahí saltando como un grillo? - señaló la pista de baile

- Necesitaba un respiro para recargar mis energías. - confesó con una sonrisa traviesa en los labios - A parte, ya casi es media noche. - dijo mirando su reloj

Juliana imitó la acción para verificar las palabras de la mujer más alta e hizo una mueca al ver la hora. Faltaban dos minutos para la media noche y para el inicio de un nuevo año. »¿Qué cosas nuevas traerá consigo el 2022?« Se preguntó a si misma.

- ¿Quieres salir un rato? - preguntó la rubia señalando el ventanal que daba hacia el balcón

- Hmmm, no lo sé. Falta muy poco para la locura del año nuevo y debo estar para el abrazo familiar. - rodó los ojos ante la tradición tan empalagosa de su hermana - Rebeca me mata si no estoy ahí en el segundo 1.

- Comprendo. - rió - ¿Te molesta si me quedo cerca de ti? - preguntó mientras ambas veían como un reloj gigante era proyectado en una de las paredes del salón indicando el tiempo restante para el año nuevo

- Para nada. Ven, bajaré para estar más cerca.

Ambas se encaminaron hacia las escaleras.

46, 45, 44, 43...

Las personas comenzaban a moverse buscando a sus respectivos familiares, por lo que bajar de las escaleras y llegar hasta la pista de baile estaba siendo difícil.

30, 29, 28, 27...

Cuando finalmente llegaron a la pista de baile Juliana se sintió frustrada al no ver por ninguna parte a su madre y hermana. Odiaba que fueran tan escurridizas.

ONE SHOTS | JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora