Día 4

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Nieves se encontraba preparando una mochila con todo lo que necesitaría para su estadía en aquella mansión. Fue por una red y se acercó a acariciar a Coringa, quien al verla llegar, no había dejado de seguirla.

—Anda Coringa, pasarás tiempo con otros animales para que tu también te diviertas.— y con un pequeño ladrido de aprobación, Nieves guardó al fiel canino en la red, bajando a la planta baja de aquella cabaña, donde se encontraba Akira preparando a los demás animales.

—Linda, ¿ya tienes todo lo necesario? ¿No te hace falta nada?— preguntó la rubia recibiéndola con una sonrisa y viendo como la menor negaba con su cabeza.

—Noup, ya tengo todo lo que pueda llegar a necesitar y Coringa ya está en esta red—. Mencionó, mientras alzaba la red frente a su novia.

—Bien, vayamos de regreso y esperemos a recibir noticias de los chicos.—

Ambas caminaron hacia afuera de la cabaña donde un chocobo los esperaba. Alzaron el vuelo de vuelta a aquella mansión. Vegetta había pasado todo el día anterior como león enjaulado sin saber nada sobre Rubius, preguntó a sus amigos, a los habitantes del pueblo y le insistió a Merlon que le revelara el mapa de donde se había ido su novio. Se supone que la misión duraría a lo mucho dos días, pero ya estaban en el tercer día sin noticias.

Para ese día y sin éxito alguno, ya que Merlon tampoco logró conseguir esa información, regresó hecho fiera a su casa, dejándose caer sobre la puerta apenas la cerraba. Empezaba a sentir demasiada ira y frustración al no poder hacer nada. Sin recibir noticias, sin saber dónde se encontraba, si él estaba bien...

Akira y Nieves pudieron notar aquello y antes de que pudiesen hablar, Vegetta estaba recibiendo una llamada de parte de Luzu.

"—Hey Vegetta, ya tenemos el equipo de búsqueda y rescate, ¿te vemos las afueras del pueblo?—"

—Afueras del pueblo, vale llego enseguida, ¿quién más viene?—

"—Solo Willy, para no dejar desprotegido el pueblo—"

—Perfecto, llego en 5 minutos—. Sin más colgó la llamada solo para percatarse de las miradas llenas de preocupación de ambas chicas.

— ¿Búsqueda y... rescate?—. Preguntó la pelirroja, quien ya se encontraba siendo abrazada por la mayor, no estaba siendo consciente que las lágrimas empezaron a salir sin más, hasta que puso sus manos sobre su boca.

—Nieves... será mejor que te quedes aquí, Akira, vayan a la casa de Rubén y traigan todo lo necesario, sus animales de igual forma. Tomen las redes necesarias para traerlos en la sala de cofres. Necesito alcanzar a los demás antes de partir.—

—¿Tienen idea de dónde buscar?— Akira no quería sonar la mala en ese momento, pero ver a su amigo en el estado que se encontraba le estrujaba el corazón. Se le empezaban a notar las ojeras marcadas en sus ojos amatistas, los cuales empezaban a perder algo de brillo.

—Empezaremos con las afueras de la ciudad hacia donde partió. Vi ese mapa donde se dirigía por un corto tiempo eso debe darme alguna pista—. Empezó a sonar molesto con cada palabra que decía, el día anterior no paró de golpear aquel árbol que tiene a un lado de su casa, maldiciendo con todo su ser el no haber visto con más detalle aquel pergamino, las chicas solo lo alcanzaban a escuchar a lo lejos como se lamentaba de no haber detenido a Rubius, o el haber ido con él. Esos gritos llenos de rabia y dolor.

—Cuídense mucho...— logró decir Akira mientras aún trataba de tranquilizar un poco a Nives en sus brazos y veían como el pelinegro alzaba vuelo con su chocobo.

Vegetta es quien iba a la cabeza del equipo. Empezaron con su búsqueda desde la división donde lo vio por última vez, el sentimiento de culpa volvió a él, aquel día tuvo un presentimiento y no hizo caso, saber que tuvo la oportunidad de detenerlo estaba volviéndolo loco.

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