Día 20

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La desesperación se estaba apoderando de él. Necesitaba tener una noticia, lo que fuese.

Incluso si ello fuese una ilegalidad.

Le había llevado un par de días dar con la guarida de la Hermandad. Pero ahí se encontraba de pie con su traje de Lobo Nocturno. La noche empezaba a caer sobre el poblado y él ya se encontraba en posición para poder adentrarse a la gran montaña en forma de calavera.

Hacía tiempo que Rubius le confesó de manera accidental que era miembro de la hermandad oscura, enemigos de Lobo Nocturno, pero no se lo tomó a mal a pesar de haber discutido aquel día, al contrario eso solo hizo que fortaleciera su relación con él.

Cerró sus ojos recordando aquella vez, cuando Rubius le invitó a ser malvado. Algo que había provocado en su interior una sensación que jamás se imaginó que despertara en él; alguien como Rubius. Ese día, fue sin duda algo que disfrutó demasiado, el ser malvado; a lado del famoso Bromas.

Soltó un poco el aire que contuvo y presenciando los últimos rayos de sol desaparecer detrás de las montañas, empezó a moverse entre las sombras hacia la guarida, esperando poder encontrar algo sobre Rubius.

(la siguiente canción acompaña el siguiente fragmento)

Llevaba todo el día dentro de una de las habitaciones de la guarida, empezó a despertar después de haberse quedado dormido sobre la mesa. Llevaban más de medio mes en sesiones de búsqueda y rescate y aún no contaban ni con una pista de donde pudiera estar su hermano oscuro.

Estiró sus extremidades y fijó su vista al techo.

—Donde mierda te encuentras cabeza dura...— dijo Willy para sí mismo, después de obligar a Vegetta que se quedara en su casa, él se encargó de encabezar las búsquedas, pero todas sin éxito alguno, cosa que le frustraba demasiado.

Ese día cedió la búsqueda a Luzu, necesitaba regresar por un día a la normalidad, "a su normalidad". Por lo cual tomó su traje oscuro y decidió hacer una que otra maldad al banco de Karmaland.

¿Qué mejor momento para divertirse que este?

Si, logró hacer un buen botín con el atraco realizado. Pero aun así no podía sacar de su mente al híbrido de oso. Bien dicen que cuando menos te lo esperas las personas dejan una marca en todos. Sin importar quién. Y a pesar de que Rubius fuese el primero en destruir cosas por gusto, no podía pasar por alto el hecho de que Vegetta lo estuviera reformando.

Se sentía resentido con ambos a decir verdad.

—Tsk... — tomó una de las navajas que siempre cargaba y la lanzó a un blanco logrando dar en el centro, sin la necesidad de esforzarse.

No quería aceptarlo pero Vegetta era siempre su fiel amigo, su hermano de otra madre. Pudo haber sentido algo por él, hace mucho tiempo atrás pero por azares del destino decidieron que era mejor mantener las cosas como estaban. Aun así todo lo vivido y la confianza que se tenían se mantenía de manera intacta, de manera inquebrantable.

Tomó otra navaja y la lanzó de nuevo, volviendo a dar en el blanco posicionándolo justo a un lado del anterior disparo.

Luego estaba Rubius, el padre del pueblo, amante de las explosiones a gran escala. Desde que notó sus "travesuras" cuando llegó al pueblo le vio potencial para estar en la hermandad oscura, y una vez superada su prueba de iniciación el chico solamente hacía más que brillar sus dotes de pirómano, algo que maravillaba con creces al líder de la hermandad. No podía evitar sentirse orgulloso del chico con el caos que realizaba.

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