Día 10

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Solo una pista, una señal, por mínima que fuese era todo lo que necesitaba.

Habían pasado los días y las misiones de búsqueda se intensificaron. Los demás héroes le habían prohibido acompañarlos debido a su falta de sueño y su estrés fuera de control. Entendían que entre todos los presentes sea Vegetta el más apresurado de encontrar a Rubius y que este estuviese con bien, pero dada la situación en la que se encontraba solo retrasaría la búsqueda. Lolito se ofreció a quedarse con él mientras los demás acompañado de algunas de las chicas seguían con la tarea de encontrarlo.

Pero no podría quedarse quieto, no podía descansar hasta saber de él. Se había encerrado en su habitación secreta empezando a trazar todo un mapa del pueblo y sus alrededores. Fue ahí cuando se percató que realmente no conocían más allá de lo que sus ojos habían visto, causando más frustración dentro de el.

—Por las montañas nevadas del norte... debe tomar este camino de aquí...-hablaba en un apenas audible hilo de voz mientras analizaba las rutas posibles que pudo haber tomado Rubius, analizando cada una los tiempos que debería de tardar de ir y regresar así si se llegara a encontrar con algun inconveniente.

Akira había bajado a esa sala llevando algo de comer. Era la única que tenía acceso a esa habitación y desde que Vegetta se negaba a salir ella le llevaba los alimentos, los cuales claro, no se dignaba a mirar, causando que la rubia se molestara.

—Vegetta -tomando aire para luego expulsarlo en un largo suspiro- se que quieres encontrar a Rubius más que a nadie, pero tienes que descansar, alimentarte. No puedes quedarte  aquí toda la vida planeando por donde pudo desaparecer y ya- dejando la charola de comida a un lado de la que había bajado en la mañana de ese día- noto que no le había prestado atención de nueva cuenta causando que la paciencia que había tenido con el estos días se acabará, azotando con su mano sobre la mesa sobresaltado al mayor.—¡Vegetta carajos escuchame! -solo así logro que este volteara a verla al rostro —No eres el único que le preocupa dónde está Rubius, todos nos preocupamos, todos estamos dando el 100% para poder localizarlo, pero es que eres terco como una mula, no te das cuenta que quieres hacer todo por ti mismo y nos tienes a nosotros a tu lado para ayudarte, nos preocupamos también por ti.

—Akira... - apenas pudo reaccionar Vegetta ante tal reclamo que había recibido, se había aislado por completo de todos cuando Rubius desapareció que nunca se percató de cuán preocupado estaban los que aun seguían a su alrededor.

—No estás bien tan solo mirate,— Akira tomo sus manos sobre el rostro del chico pasando los pulgares sobre las ya pronunciadas ojeras—¿realmente has logrado dormir? ¿Cuándo fue la última vez que comiste bien? Y ni hablar de la última vez que te bañaste jeje —esto último logró sacar una leve sonrisa en los labios del mayor cerrando sus ojos dejó caer su cabeza al hombro de la chica quien lo recibo acariciando su nuca, poco a poco empezó a sentir como su piel se humedecían con las lágrimas de su amigo. Empezaron a deslizarse hasta sentarse en el suelo mientras Vegetta empezaba a romper en llanto. Los sentimientos que permanecían dentro de el explotaron al fin en los brazos de la chica, no se había permitido llorar en ningún momento tratando de hacerse el líder fuerte que siempre se considero pero en ese momento solo salían lagrimas de dolor. Akira no dejo de susurrarle que todo estaría bien mientras seguía acariciando su nuca, tratando de consolar algo de aquel dolor que dejaba salir, lo había visto golpeando el árbol del jardín a tal punto que ya había dejado su marca y sus nudillos rotos, vio como se aislaba en su cuarto secreto y el cómo llegó a gritarle a sus propios compañeros héroes cuando lo llevaron a regañadientes de regreso a la mansión. No soportaba ver a su amigo en aquel estado y si aquel pequeño gesto lo reconfortaba se alegraba de poder ayudarlo.

Akira ya se encontraba regresando de nuevo al salón principal donde se encontraban Nieves y Lolito.

—Aki, ¿como esta? ¿Al fin comió algo? - pregunto Nieves mientras iba y sostenía la charola de comida mirando que no sobraba nada, causando en la pelirroja una expresión de alegría pura.

—Si, ya se encuentra mejor, ¿Me ayudas a llevar esto a la cocina linda?- depositando un beso en la frente de Nieves quien después se encaminó hacia su destino —Lolito, ¿podríamos ir al jardín un momento?

—Ostia, claro vamos. - dijo de inmediato mientras seguía a la rubia al jardín.

Apenas pasaron por la puerta principal Lolito se adelantó a estirarse un poco y disfrutar de los rayos del sol de ese día de otoño.

—Mmhhh que buen día hace, ¿no es así Akira?... ¿Akira?- sin recibir respuesta alguna se giró para ver a la pobre chica en el suelo empezando a llorar.

—Lolito no puedo con esto... —la mirada violeta de la chica estaba cubierta de lágrimas- ya no puedo seguir aparentando ser más fuerte...Nieves tiene pequeños episodios en las noches en las que empieza a llorar por Rubius y Vegetta... nunca lo había visto en este estado, nunca lo había visto romper en llanto como ahora... - termino de decir ocultando su rostro con sus manos. Akira era fuerte para Nieves quien, a pesar de que Rubius y ella ya no eran más que amigos, la había salvado de ser un muñeco de nieve y era algo por lo que ella vivía agradecida, al saber que su salvador pudiera estar herido o...

Pero después de ver a Vegetta romperse como lo había hecho en sus brazos escasos momentos atrás la había sobrepasado.

—Akira mirame - Lolito ya se había acercado a ella con las manos sobre sus hombros —Se que no soy la mejor persona para decir esto, pero deben de ser fuertes. Y tu lo has hecho bien, sabes que en lo que necesites aquí estaremos todos para apoyarlos. —Termino de decir mientras la rodeaba con sus brazos.

Akira entre pequeños sollozos se aferró a ese abrazo para recibir fuerzas.

—Lolito... -dijo despegándose un poco del agarre- ¿Como lograste superar lo de Mangel?... —Dijo de la manera más cuidadosa que pudo articular las palabras, sabía que entre todos los habitantes, la partida de Mangel era algo que Lolito le había afectado bastante.

— A mi niña nunca la supere... se que regresará algún día, pero hasta entonces, debo de ser siempre fuerte sin importar que y aferrarme a esa pequeña esperanza que me dejo, de que las cosas estarán bien... -sin más se quitó el listón que mantenía en su frente, el mismo que usaba Mangel.

Esa tarde Akira comprendió muchas cosas, que amaba demasiado a Nieves tanto como apreciaba Vegetta y se prometió a sí misma ser el pilar de ambos de ser necesario. La capacidad que tiene las personas para aferrarse a un poco de fe y esperanza era impresionante...

Y que Vegetta era demasiado terco como para dejarlo sin vigilancia.

Una vez que Lolito se despidió de ambas chicas, volvió a bajar al cuarto secreto para ver como seguía Vegetta, pero lo que encontró fue una nota que volvería en la noche.

Triple 7 jamás cambiaría, ¿no es así?





La lluvia empezaba a caer sobre el pueblo.


Había tomado la sudadera negra que tanto adoraba verlo usar. Una vez llegando a la mansión de nuevo, procuro entrar con cuidado pero se topó con los ojos violetas más enojados de su vida. ¿Así serían los de él cuando se enojaba?

—A...Akira, puedo explicarlo yo... -no le dio tiempo de terminar mientras la rubia lo empezó a envolver entre sus abrazos, no comprendía aquel cambio de humor de un momento a otro pero relajo sus músculos, siendo luego atacado por el pequeño abrazo de la pelirroja.

Por un momento ese abrazo logró llenar ese vacío que se había apoderado de él. Por fin comprendió que no estaba solo.

Pero de igual forma necesitaba encontrar su otra mitad

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Pero de igual forma necesitaba encontrar su otra mitad.

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